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D. Lino deploraba en público «las ideas extraviadas y los sueños» de su hijo, pero en realidad no dejaba de considerarlo como un milagro y como á tal lo sacaba á pasear casi todas las tardes por la villa, ofreciéndolo á la admiración de sus convecinos con la misma unción que el sacerdote al presentar el Santísimo Sacramento á la vista del pueblo.

Y abriendo violentamente la puerta una gran bocanada de aire ensordeció sus oídos con el vals de La Gran Duquesa, apagando por completo el dulce silbo del cielo, el piadoso clamor de la misericordia: Ora pro nobis!... Por calles extraviadas y volviendo siempre la cara atrás, cual si le persiguiesen, llegó a casa de la Albornoz muy agitado.

Este detentador de fortunas ajenas, llegado a una insolente altura por sendas extraviadas y procedimientos vergonzosos, gozaba de un favor y de una influencia más insolentes todavía.

Era ágil y ligero como un gamo; conocía los más intrincados sitios y las más extraviadas sendas del bosque, y pronto desapareció como por encanto, no sin exclamar antes con su voz de niño, que se contraponía a la firmeza del tono: Ser padre de ella te ha salvado de la muerte. Ahora huyo, pero tal vez un día vuelva a buscarte y a exigirte su mano como sola satisfacción de mi afrenta.

Por miedo a que le viesen hecho una facha, se pasaba semanas y aun meses sin salir de sus barrios; y como no tuviera necesidad imperiosa que al centro le llamase, no pasaba de la Plaza Mayor. Le azaraba continuamente la monomanía centrífuga; prefería para sus divagaciones las calles obscuras y extraviadas, donde rara vez se ve un sombrero de copa.

¡Oh, oh! ¡D. Martín, por Dios! ¡Atrévase usted a decir que no los conoce! Hombre, ... de algunos ... Por desgracia, necesito entrar en ellos alguna vez... Este señor se dedica a las jóvenes extraviadas continuó D. Martín, dirigiéndose a su compañero, que sonreía lleno de asombro. ¡Jesús! Considere, D. Martín, que este señor no me conoce... Pues para que le conozca a usted hablo.

De noche la acompañaba paseando por las calles más extraviadas, donde tuviera seguridad de no tropezar a algún conocido. Los domingos solía llevarla en coche a cualquier pueblecito próximo; merendaban, bebían lo bastante para ponerse alegres y regresaban con las mejillas rojas, diciéndose mil disparates deliciosos.

Nada. ¡Si fuese en sitio apartado, en barrio sospechoso! Cuanto más céntrica y frecuentada es una calle menos se escama la gente de ver a un hombre parado con una señora o acompañándola; lo que huele a pecado es encontrarse una pareja fuera de puertas o por calles extraviadas.

También era como era: hijo de una época de revueltas y un poco tibio en lo que más debe importarle al hombre: la religión... Además, Fermín, los tiempos han cambiado; aquellos republicanos de entonces eran muchos de ellos personas extraviadas, pero de excelente corazón.

No tienen Vds. un prisionero nuestro que valga tanto como Vd. Así, pues, debe Vd. resignarse y seguirnos. 30 Se pusieron en camino, pero no se atrevían a seguir el camino frecuentado. Tenían que marchar uno a uno por sendas extraviadas. D. Pedro iba en el centro, junto a Aliatar, y los dos caballeros hablaban amigablemente.