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Buscaba te la echar al sombrero. No me hizo daño la flor replicó Ramiro, pero vuestra risa. ¡Calla! Reía del gozo de verte a un palmo de . Yo me estuve encogida cabe la reja, e no me catabas. Volviendo a la cuadra del baño, ella extendiose de pechos en la alcoba, ofreciendo a Ramiro una almohada para sentarse. Platicaron largo tiempo. Era para el mancebo un coloquio extraño, casi fabuloso.

Salieron con las cartas á las diez del dia: aquella tarde extendíose un rumor entre los indios, que venian en el barco indios Tobas, sus contrarios: y armados unos 50 indios, fueron en alcance de dicho Guzman, al que no permitieron llegase al barco sin que primero ellos lo bombeasen, y registrasen qué gente venia en el barco: y habiendo visto no venian indios Tobas, lo condujeron al sitio del barco.

Un fuerte olor acre y desagradable del paño que se quemaba extendióse al punto por toda la estancia. En aquel momento entró Villamelón muy alegre y satisfecho, que volvía de Chamartín de la Rosa, donde en su preciosa quinta de Miracielos estaba ensayando con gran entusiasmo la incubación artificial de los huevos de gallina.

Anunciando su nombre en los carteles, el éxito era seguro: plaza llena. El populacho aplaudía entusiasmado al «niño de la señá Angustias», haciéndose lenguas de su valor. La fama de Gallardo extendiose por Andalucía, y el talabartero, sin que nadie solicitase sus auxilios, mezclábase en todo, arrogándose el papel de defensor de los intereses de su cuñado.

Mas un día corrió por Madrid una noticia estupenda, que se escuchó al principio como un absurdo inventado por algún ocioso del Veloz; concediósele más tarde la verosimilitud que hubiera merecido la de que Sagasta cantaba misa o el Gran Turco se había hecho monje bernardo, y extendióse al fin como un hecho inverosímil, pero cierto, absurdo, pero verdadero, desde los salones hasta las antesalas, y desde los pasillos del Congreso hasta los de los teatros, llenando a todo el mundo elegante de asombro, de extrañeza y de curiosidad.

Extendióse después este nombre á la estrofa pareada de seis versos, tal como aparece de los ejemplos siguientes de la jornada primera de Sin honra no hay valentía, de Moreto: «Divino y claro objeto, Del regalado Amor lugar sagrado, De Venus dedicado Por afable y gallardo y por secreto, Donde Amor se regala, Pluma del sol, que con su luz se iguala: Jardín bello y florido Que con decir agradecido basta, Pues de flores vestido Con tan clara limpieza honesta y casta, Tesoro de Amaltea Ejercitas en trono de la idea

Cuando la criada la hubo secado prolijamente y desgrasado sus cabellos con una tierra cenicienta, ella extendiose de espaldas sobre las almohadas y entregose, como muerta, al pincel y al ungüento. Poco después, el hombre de la túnica azul, que Ramiro viera al entrar, presentose. Traía en sus manos navaja y bacía de barbero.