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Se agitaba trémula y sofocada en los brazos ardientes de la enfermedad, que la constreñía sacudiéndola para expulsar la vida. El papá salió medio loco, corrió por las calles; pero en mitad de una de ellas se detuvo y dijo: «¿Quién piensa ahora en figuras de nacimiento

Ella debió de contestar que no había para qué expulsar a nadie, y él, animándose, pidió perdón de su apego a la familia Bringas... Privarle del consuelo de tales afecciones habría sido una crueldad; y hablando en plata, el foco de atracción... , esta era la palabra, el foco de atracción... «no encuentro que esté tanto en mi buen amigo como en mi amiga incomparable.

La condesa era bastante menos tolerante. La reivindicación del niño y la amenaza de un proceso escandaloso, la habían exasperado. No se conformaba con menos que entregar a la viuda a los magistrados de las siete islas y hacerla expulsar vergonzosamente como una aventurera. El señor Stevens dijo es amigo nuestro y no nos negará este pequeño servicio.

Estaba notoriamente arruinado, acribillado de deudas, y había pagado el día anterior sesenta mil francos á la caja del círculo, del que le iban á expulsar. Y, coincidencia extraña, las alhajas de Lea Peralli, conocidas por su gran valor, habían desaparecido. Se hicieron pesquisas y se adquirió la prueba de que habían sido empeñadas en el Monte de Piedad en cien mil francos.

Esas gentes han puesto su confianza en usted y le han pedido que buscase una mujer lo suficientemente enferma para que no hubiese esperanza alguna de salvarla. Si por una casualidad viviese, si un día llegase a colocarse entre los dos para reclamar sus derechos y expulsar a la amante, el señor de Villanera podría echar en cara a usted que le había engañado.

Las rosadas ventanas de su graciosa nariz, aspiraban ávidamente la vida, y sus negros y rasgados ojos, parecían tan capaces de expulsar la melancolía como el gozo, tan fáciles para la ternura como para la tristeza. Su cutis tenía la frescura y el aterciopelado del albérchigo; su boca el carmín de la cereza; sus manos eran diminutas, blancas, mórbidas y venosas; sus pies minúsculos.

Supimos los españoles expulsar al moro, desterrar al judío, vencer al turco; destruimos al protestante en Flandes; arrojamos de aquí a los franceses ateos de Napoleón; purificamos, con fuego, de herejes nuestra propia tierra, y ¿no seremos hoy capaces de sojuzgar a los que traen semilla del infierno en ese contubernio nefando que llaman matrimonio civil, en esa crápula moral que llaman libertad religiosa?

Cada tribu tenía un jefe: el cacique y varios hechiceros para expulsar del cuerpo de los enfermos a los malos espíritus; cada grupo de hombres de lanza un capitanejo, éstos y aquél vitalicios y electivos en razón del prestigio adquirido.

Para que la mayoría de los hombres no se sientan inclinados a expulsar a las golondrinas de la casa, siguiendo el consejo de Pitágoras, es necesario argumentarles, no con la gracia monástica del ave ni su leyenda de virtud, sino con que la permanencia de sus nidos no es en manera alguna inconciliable con la seguridad de los tejados.

El médico vino, después de aquella noche. El baile lo quiere Ana para sacudir los espíritus, para expulsar de las almas suspicaces la pena pasada, para que con el roce solitario no se enconen heridas aun abiertas, para que viendo a Lucía tierna y afable, torne de nuevo la seguridad en el alma de Juan alarmado, para que Lucía vea frente a frente a Sol en la hora de un triunfo, y como Ana le hablará antes a Juan, Lucía no tiemble. ¡Ana se va, y ya lo sabe!: ella no quiere el baile para , sino para otros.