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Lo que más me chocaba y admiraba de toda la sala era una pareja de chinitos, metidos cada uno en un fanal, que movían la cabeza. Tenían caras de porcelana muy expresivas y estaban muy elegantes y peripuestos. El chinito, con su bigote negro afilado y sus ojos torcidos, llevaba en la mano un huevo de avestruz, pintado de rojo; la chinita vestía una túnica azul y tenía un abanico en la mano.

Volví adonde me esperaban Flavia y Sarto, pensando en el extraño carácter de aquel desalmado, cuyo igual no he vuelto a ver en mi vida. ¡Qué arrogante tipo! fue el comentario de Flavia, que, mujer al fin, no se había ofendido con las expresivas ojeadas de Ruperto Henzar. ¡Y cómo parece sentir la muerte de su amigo! prosiguió.

Todos con el mejor vestido, y formando corrillos en los que se departía á gritos, como es costumbre entre la gente de campo, no porque el furor sustente los debates, sino por hábito adquirido viviendo casi siempre fuera de techado; todos, repito, se entregaban á aquel primer momento de ocio, después de una semana de rudas fatigas, con las más expresivas señales de satisfacción, buscándola especialmente en comunicarse unos á otros las observaciones, planes y labores que cada cual había hecho desde el domingo anterior.

¡Busquémosla, preguntemos por ella ... en la casa ...¡Ah! ¡Bobart!... ¡Apoderémonos de Bobart! Cayeron sobre el abogado, que con aire inocente saboreaba un helado, sentado en un mullido sillón, y allí, sin levantarla voz, pero con miradas muy expresivas, preguntaron: Bobart, ¿qué es de la señorita Guichard? Pues lo ignoro, balbuceó el abogado, levantándose para escapar á las preguntas.

Concluidos los asuntos criminales, cuidó Reseguin de significar á los leales moradores de Cotagaita, haria presente al Soberano su acrisolada fidelidad, y les exhortó á la continuacion de sus buenos propósitos, dándoles las gracias en nombre del Rey por sus distinguidos servicios: á que correspondieron aquellos vecinos, juntamente con los de Tupiza y demas españoles que habia librado en toda la provincia, con las mas expresivas demostraciones de respetuoso agradecimiento, aclamándole su libertador, y ofreciendo dirigir al Altísimo los mas solemnes votos por la felicidad de quien les habia restituido en la antigua pacífica posesion de sus casas y haciendas.

Me dirán, por ejemplo, que es de estatura mas que mediana, de espaciosa y despejada frente, cabello negro y caido con cierto desórden, ojos grandes, mirada viva y penetrante, color pálido, facciones animadas y expresivas; que en sus labios asoma con frecuencia la sonrisa de la amabilidad, y que de vez en cuando anuncia algo de maligno; que su palabra es mesurada y grave, pero que con el calor de la conversacion se hace rápida, incisiva y hasta fogosa; y así me irán ofreciendo un conjunto físico y moral para darme la idea mas aproximada posible; si supongo que estas y otras noticias son exactas, que se me ha descrito con toda fidelidad el original, tengo una idea de lo que es la persona que llamaba mi curiosidad, y podré dar cuenta de ella á quien como yo estuviese deseoso de conocerla.

Entró a poco el médico, acompañado del fondista, y Diógenes los recibió chanceándose con el primero, dirigiendo al segundo cariñosos gruñidos, expresivas miradas de sus ojos inyectados en sangre, que no carecían de ternura e iban a demostrar la gratitud que le inspiraba su caritativa conducta.

Unas veces fijaba la vista en la fisonomía varonil y correcta del comandante, cuya barba recortada comenzaba a blanquear por algunos sitios; otras la entornaba hacia la calle, por donde cruzaban sin cesar transeúntes que cambiaban con nosotros rápidas miradas. Cerca de nosotros, en la otra vidriera, había unos jóvenes que hacían muecas expresivas a cuantas mujeres bonitas o feas pasaban.

Era como esos mascarones trágicos que en el arte decorativo aparecen echando flores de sus bocas monstruosas. Una de las deferencias más expresivas que Bou tenía con Isidora y su padrino, era ofrecerles participación en los billetes de Lotería que jugaba; pero como había tanta falta de dinero en la casa, rara vez se realizaba la operación.

Aquella ausencia de facultades expresivas, que según él era lo único que le faltaba para ser un artista, estaba compensada ahora por la realidad de los hechos; se sentía héroe de novela; no había sabido nunca dar expresión a lo que era capaz de sentir; mas ahora él mismo, todos sus actos y aventuras, eran la viva encarnación de las más recónditas y atrevidas imaginaciones.