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Anoche me explicaron lo que dice el serviola al oficial del puente. «Sin novedad; todas las luces van encendidasLas luces son las de posición del buque. Y si calla, porque se duerme, va a terminar el sueño amarrado a la barra. Todo eso lo ; yo he navegado algo... dijo Ojeda . Pero más que el buque me interesa los que van en él. Usted, en su calidad de duende, debe conocerlos a todos.

En cuanto á lo de digna me explicaron que en juntas solemnes como aquella, el capitán siempre que tiene que nombrar á su mujer lo hace anteponiendo un adjetivo más ó menos respetuoso. Una vez que aquella alta Cámara aprobó, como si dijéramos, la orden del día anterior, que eran los 700 machacantes, se entró de lleno en la del día que era la Comediajan.

Y quiso arrojarse sobre su amante; pero los amigos se lo impidieron. Cuando al cabo le explicaron el significado de los vocablos que creía ultrajantes quedó repentinamente en calma, y echando una mirada torva á su querido le dijo: ¡Anda , malaje, que tienes sombra de jiguera negra! Velázquez se había acercado á un grupo de muchachas y departía con ellas regocijadamente.

Dicha fracción era la que habitaba Tondo, Manila y los pueblos de la cuenca del Pasig, por lo cual, algunos autores antiguos, haciendo etimología de como suena, explicaron la formación de la palabra como contracción de taga-ilog «habitante del rio»; pero esto no es posible, porque de ser así no habría desaparecido la letra í, y aún en caso de que tal hubiera ocurrido, tampoco podría haber quedado la forma tagálog acentuada en la segunda a sino tagalóg por exigirlo así la fonètica de la palabra con semejante orígen.

Spadoni, como si despertase de pronto, se encaró con Castro, continuando en alta voz sus pensamientos. ...Es una martingala que inventó un lord ya difunto y que le hizo ganar millones. Ayer me lo explicaron. Primeramente, pone usted... ¡Ah, no, pianista del demonio! clamó Atilio . Ya me explicará eso en el Casino, si es que tengo la curiosidad de oirle.

Para los primeros hombres, el antecedente conocido de sus acciones, el porqué de sus actos, fue ese misterio interior que llamamos la voluntad, y en función de este primer factor de los hechos propios se explicaron, naturalmente, los hechos ajenos como efectos de otras voluntades en las otras personas, en los animales y en las cosas, como el niño que se enoja con los juguetes indóciles a sus caprichos y los rompe, porque los cree culpables, que es decir, voluntarios; como los baqueanos de la cordillera que creen que la montaña desconoce a los forasteros y desencadena en seguida la tormenta para manifestar su disgusto; como los napolitanos supersticiosos que creen que las diligencias no gustan de los curas y se vuelcan de rabia cuando va alguno entre los pasajeros.

La mayordoma no osó preguntarle tampoco porque bien conocido tenía el genio altivo de las cuñadas de su señor. Cuando hubo cenado, antes de retirarse á descansar preguntó dónde se hallaba el pueblecillo de Canzana. Regalado y su esposa se lo explicaron. Informóse después de si habitaba en él un cierto sujeto llamado Gregorio que tenía por esposa una mujer llamada Felicia.

En la Universidad de Salamanca explicaron maestros tan insignes como Nebrija, Fray Luis de León, Melchor Cano, el Brocense, Fray Domingo Soto, Covarrubias, etc., y aprendieron los santos siguientes: San Juan de Sahagún, Santo Tomás de Villanueva, Santo Toribio de Mogrovejo, San Juan de la Cruz, San Pedro Bautista, San Miguel de los Santos y el Beato Juan de Rivera.

Desde niño fue el cura Hidalgo de la raza buena, de los que quieren saber. Los que no quieren saber son de la raza mala. Hidalgo sabía francés, que entonces era cosa de mérito, porque lo sabían pocos. Leyó los libros de los filósofos del siglo dieciocho, que explicaron el derecho del hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. Vio a los negros esclavos, y se llenó de horror.

A toda idea la llamaron imágen del objeto; explicaron el acto de entender, cual si en el entendimiento hubiese una especie de forma que expresase el objeto, como el retrato delante de los ojos ofrece á estos la imágen de la cosa retratada. Este lenguaje dimana de la continua comparacion que naturalmente se hace entre el entender y el ver.