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Pasó, de golpe, de la cólera a una amabilidad sonriente, como si experimentase dulce sorpresa con la visita. Era un amigo de Bilbao, un aficionado entusiasta, partidario de su gloria. Esto era todo lo que podía recordar. ¿Pero el nombre? ¡Conocía a tantos! ¿Cómo se llamaba?... Lo único que sabía ciertamente era que debía tutearle, pues entre los dos existía una antigua amistad.

Nélida huía; la pobre Mina se ocultaba, como si experimentase mayor vergüenza que él; Maud apenas era un vago recuerdo... Pasó la norteamericana varias veces junto a él, sin reparar en su persona, y hasta lo empujó en una de estas evoluciones.

En su modo de andar había una especie de cansancio, como si no viera razón alguna para dar un paso más, ni experimentase el deseo de hacerlo, sino que con sumo placer, si es que algo pudiera causarle placer, habría preferido arrojarse al pie del árbol más cercano y tenderse allí á descansar para siempre.

Y despues de varias contestaciones dadas por los que allí se habian personado, y reconvenciones hechas por el caballero Síndico, se oyeron entre aquellas las voces de que, si hasta entonces se habia procedido con prudencia porque la ciudad no experimentase desastres, seria ya preciso echar mano de los medios de violencia: que las gentes, por ser hora inoportuna, se habian retirado á sus casas; que se tocase la campana de Cabildo, y que el pueblo se congregase en aquel lugar para satisfaccion del Ayuntamiento; y que si por falta del badajo no se hacia uso de la campana, mandarian ellos tocar generala, y que se abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufriria la ciudad lo que hasta entonces se habia procurado evitar.

Sus versos eran en español, y ella no podía entenderlos... Pero como si experimentase la necesidad de esparcir en la noche algo que latía en su cerebro, fundiendo el misterio interior con el misterio del ambiente, comenzó a recitar versos franceses con una lentitud sacerdotal, seguido por la mirada ávida de Mina, que hacía esfuerzos para no perder la significación de una sola palabra.

Se alejaba de mismo, de sus excesos de tierra, de su imaginación perversa y curiosa, que le hacía buscar y tentar á nuevas mujeres, perturbando su tranquilidad, sin que experimentase un verdadero deseo. Emprendía los más extraordinarios viajes, buscando la paz del mar y su atmósfera reconfortante, la orquesta iba con él; pero el harén quedaba en tierra.

Las sensaciones del olfato, del sabor, del oido, no son representativas: son inmanentes en y en su objeto: esto es que un ser que las experimentase, podria creerse encerrado dentro de propio, y en una soledad absoluta, sin relacion con otros seres; pero el tacto y sobre todo la vista, son de suyo representativos, envuelven relacion á objetos; y aunque el ejercicio de ellos sea inmanente, incluyen no obstante, alguna relacion á otros seres, y como á simples causas de la afeccion interna, sino como á originales representados en la sensacion.

Mas él no lo creía así, o sentía placer en agitarla con desvíos y seriedades injustificadas. No se pasaba un día sin que la buena señora experimentase algún desaire por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era; pero el clérigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le profesaba, debiera mostrar más cuidado en evitárselos.

De pronto, como si experimentase la necesidad de ser protegido, huía y se pegaba a las faldas de su madre, que, atenta a la conversación, no hacía caso de sus llamamientos insistentes. Cansado de pasar inadvertido, atraíale otra vez la gritería de los muchachos, volviendo lentamente hacia ellos.

Por eso, en el verdadero terreno del honor, era tan nuevo como Ayvaz: se comprende, por lo tanto, que aunque hubiese vencido en diferentes asaltos a los maestros y prebostes de varios regimientos de caballería, experimentase una sorda trepidación, que no era miedo, pero que producía efectos análogos a éste.