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Usted mismo no está convencido de la verdad de su objecion; usted mismo sabe que es tirano y déspota el gobierno que, para hacer alarde de fuerza é independencia, todo lo niega por miedo ó por desconfianza y que solo los pueblos tiranizados y esclavizados son los que tienen el deber de no pedir nada jamás. Un pueblo que deteste á su gobierno no debe exigirle más sino que abandone el poder.

Aparte del deber de cada uno de buscar su perfeccion, hay el deseo inato en el hombre de cultivar su inteligencia, deseo aquí más poderoso cuanto más reprimido; y el que da su oro y su vida al Estado, tiene derecho á exigirle que le la luz para ganar mejor su oro y conservar mejor su vida.

Gastaba, , pero con pulso y medida, y sus placeres dejaban de serlo cuando empezaban a exigirle algo de disipación. En tales casos era cuando la virtud le mostraba su rostro apacible y seductor. Tenía cierto respeto ingénito al bolsillo, y si podía comprar una cosa con dos pesetas, no era él seguramente quien daba tres.

Bueno es que los sabios piensen en el porvenir; pero los brutos como nosotros sólo vemos el presente. Hemos empleado el tiempo discurriendo barbaridades: secuestrar a don Sebastián y exigirle un millón de rescate; entrar en el palacio una noche, ¡y qué yo qué más...! Todo majaderías ideadas por tu sobrino.

Quedar soltera, ocultando su deshonra, con el triste consuelo de no haber engañado a Rafael, podía satisfacerla. ¿Pero y él, que era su hermano? ¿Cómo podría vivir, viendo a todas horas a Luis Dupont, sin exigirle una reparación por su ultraje, pensando que el señorito se reía interiormente de su hazaña, al encararse con él?... A callar, Mariquita dijo con dureza. A callar, y ser obediente.

Deseaba que anocheciese pronto, pensando en su futura conversación con el español. Al mismo tiempo le daba miedo el rápido deslizamiento de las horas, pues alguien podía venir á su ventana para exigirle el cumplimiento de una promesa hecha la noche antes. Necesitaba un esfuerzo mental para convencerse de que no había soñado su entrevista con Manos Duras.

Ramona era bonita, elegante, no tenía nada de necia y mientras vivió en la alta sociedad, y no cayó en la sima, hubo de tener admiradores, amigos jóvenes y viejos que la estimasen, que la atendiesen, y con alguno de los cuales, a pesar de todo su recato y severidad de costumbres, pudo ella ser amable, concediendo aquellos favores de casta predilección y de limpia y amistosa confianza que no ya la austera virtud, pero ni la santidad prohíbe. ¿Cómo es que ninguno de esos amigos trató primero de evitar que cayese en la sima, o procuró después sacarla de ella sin exigirle en pago la humillación y la deshonra?

Y prestó dinero á Barret, con el insignificante detalle de exigirle una firma los negocios son negocios al pie de cierto papel en el que se hablaba de interés, de acumulación de réditos, de responsabilidad de la deuda, mencionando para esto último los muebles, las herramientas, todo cuanto poseía el labrador en su barraca, incluso los animales del corral.

De aquí que al amor ideal, al amor exclusivo y único, que iba a brotar en mi alma, por primera vez y como flor tardía, le corté yo las alas antes de que remontase el vuelo. Juan Maury se ha ido. Yo no le censuro. Ha hecho bien. Ni él podía darme ni yo podía exigirle amor constante y para siempre. Deploro el amor ahogado antes de nacer, mas no el que ya vivía y ha muerto.

Tras tremenda lucha, en la que los moros iniciaron varias veces la retirada, y cuando no quedaba un solo hombre útil en el champán, Marmolejo fué hecho prisionero por Corralat; admirado este caudillo del valor temerario del castellano, le concedió la vida y la libertad sin exigirle rescate; liberalidad que contrasta con la orden de Corcuera para que Marmolejo fuese inmediatamente decapitado en Zamboanga.