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Razona usted demasiado para una edad en que la ingenuidad es a la vez principal atractivo y única excusa, y si tuviera usted tanto abandono como sangre fría sería más interesante y sobre todo más felizNo obstante algunos raros arranques de franqueza a los cuales cedía por capricho, no entendía yo más que a medias las confidencias de Oliverio.

El soberano encontró sin fundamento la excusa, y el nombrado tuvo que embarcarse para América. Sucediendo al enérgico marqués de Castelfuerte, la ley de las compensaciones exigía del nuevo virrey una política menos severa.

La retada sintió entonces una fuerte sacudida en lo más hondo y sensible de su pecho, y algo como reacción de todo su organismo físico y moral; chispeáronle los ojos, asomó la sonrisa a sus labios, y con la decisión de un valiente avezado a jugarse la vida en esos lances, aceptó el reto sin excusa y ocupó su terreno sin tardanza.

Tengo necesidad de sus consejos, de sus observaciones y de su fino espíritu crítico... Y he corrido a casa de Sofía Jansien, a la que había anunciado mi visita. Pero había salido, dejándome una excusa y citándome para mañana. La noche me va a parecer larga. Esa mujer presiente el objeto de mi visita y retrocede todo lo posible. Preciso será que hable, sin embargo, y yo sabré obligarla.

Para dejar pues de prestar crédito á una relacion, no basta objetar que el narrador está interesado en faltar á la verdad; es necesario considerar si las circunstancias de la mentira son tan desgraciadas, que poco despues haya de ser descubierta en toda su desnudez, sin que le quede al engañador la excusa de que se habia equivocado ó le habian mal informado.

Cuando lo presentes te darán, sin excusa ni demora, cinco mil pesetas. No son regalo; es por si necesitas algo. Creo que tendrás bastante hasta que nos veamos. Escríbeme en seguida para que yo sepa que no ha habido extravío. Las circunstancias disculpan esta precipitada marcha. Además, eres muy buena y me perdonarás. Muchos, muchos besos. Tuyo, Juan

Pero el amor me vuelve modesta, Máximo, y yo lo amo a usted... bien lo sabe. ¡Ah, la hechicera! Todo lo olvidé. Había vuelto a tomar su timbre de voz encantador, un poco velado, más conmovedor que todas las palabras, y la sonrisa de misteriosas promesas que la hacen irresistible cuando ella quiere serlo. Todo mi rencor se había disipado y sólo vinieron a mis labios palabras de excusa y de amor.

Conservaba su vestido de caza y nadie le hubiera distinguido de los trabajadores si éstos no le llamasen «señor nostramo». No se disculpe usted le dijo al doctor que pedía excusa por la hora y el momento elegidos para nuestra visita, porque de otro modo tendría yo sobrados motivos para pedir disculpa a mi vez.

Dos veces había ido de día a Marchamalo con la excusa de ver al señor Fermín; pero María de la Luz escondíase, apenas adivinaba su caballo galopando por la carretera. Montenegro le oía pensativo. ¿Tendrá otro novio? dijo. ¿Se habrá enamorado de alguien? No; eso no se apresuró a responder Rafael, como si esta convicción le sirviese de consuelo.

Estamos muy entretenidos, conversando. ¡Ah!... ¡don Melchor!... ya tuvo una excusa repuso Baldomero, y agregó: ¡Este don Melchor tiene más aguante que la máquina del tren!... ¡Capaz de oírlos toda la noche!...