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Y de aquí el peregrino propósito de exponer cada personaje analíticamente ante los ojos de los espectadores, y ofrecerlo en sus elementos, á modo de operación química, cuyo conjunto se suponía constituir su esencia; los personajes, que intervenían en la acción, ó más bien dicho, que hablaban en ella, se presentaban ordenados como los insectos en el microscopio, para que se examinasen bajo los distintos aspectos de su personalidad, y ostentaban en monólogos sin fin catálogos de todas las virtudes y vicios, cualidades y afectos: he aquí la que formaba las llamadas piezas de carácter, por largo tiempo tan celebradas.

El autor pedía que se examinasen los relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se juzga cualquiera otra tradición, que no se impusieran de antemano a la crítica los resultados y se la dejase libre de hipótesis preconcebidas.

De Europa avisaron por Lima, que el confesor del Rey, vencido al fin de los estímulos de su conciencia, habia declarado al Monarca in totum el estado de las cosas de los indios: que se habia horrorizado su Magestad, y que luego al punto habia mandado juntar el Consejo de los Proceres, y que habia tambien convocado las Universidades á junta, para que dijesen y examinasen, si los indios, que sin armas y de su propio motu, por la sola predicacion se habian sujetado, y rendido á su proteccion sus tierras, y si estos, así libremente sujetos, pudiesen ser lícitamente despojados de sus tierras, y algunos otros puntos.

Las cuentas eran bien claras y ahí estaban para que las examinasen: Don Aquiles debía casi, casi más de lo que tenía; luego, la baja de la propiedad raíz, el mal estado de los campos, los honorarios de ahogados y procuradores, que sumaban un dineral, y más que esto y más que todo, el incidente del hijo natural.

Junto al pilón inmediato a aquéllas, el agua encharcada entre los guijarros era de un rojo obscuro, como vino desparramado. Iban saliendo casi a rastras de las cuadras los caballos destinados a la corrida del día siguiente, para que los examinasen los picadores, dándolos por buenos.

Extrajo de ella dos revólveres iguales recogidos en el buque, y con pausada solemnidad los abrió, para que todos los padrinos examinasen su interior. El amigo Gómez, como experto en armas, presenciaba la ceremonia. ¡No hay más que una cápsula! exclamó escandalizado, cual si acabase de descubrir una irregularidad. Maltrana le miró severamente.