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Además, el hombre sin familia no se comprende; es un ser incompleto, absurdo, está fuera de la naturaleza. Permíteme, querido manifestó Moreno extendiendo la diestra con solemnidad y acentuando aún más la superioridad de su sonrisa. Más vale que no te metas a definir las leyes de la naturaleza. Esas cosas hay que estudiarlas con atención y no creo que te hayas entretenido hasta ahora en ello.

Aquí comienza a despuntar el genio de Velázquez, porque aun viviendo rodeado de gentes que por su educación y tendencia, sobre todo por las corrientes del tiempo, eran entusiastas de todo espiritualismo, aunque allí dominaban en la doctrina y practica del arte, la devoción a la antigua española y el renacimiento a la italiana, él lejos de doblegarse fácilmente a la opinión ajena empezó a trabajar, inspirándose únicamente de lo que la Naturaleza ponía ante sus ojos, obstinándose en dominar la forma, comprendiendo que las cosas en apariencia más bajas, viles y groseras están preñadas de belleza para quien sabe estudiarlas.

Por ellas empezará a comprender las doctrinas teosóficas quien esto lea y a sentir el prurito de estudiarlas a fondo en la multitud de libros que sobre el particular han escrito y publicado recientemente la citada señora Blavatski, el coronel Olcott, Annie Besant, Francisco Hartmann, Sinnett y otros autores, españoles algunos de ellos.

Junto á él y cogidos de sus manos, como un hermano afectuoso el uno, como un maestro y un padre el otro, están Manuel Cañete y D. Aureliano Fernandez-Guerra... Manuel Cañete, el poeta inspirado y elegante, el restaurador de nuestro primitivo teatro, el crítico á quien la fuerza, la violencia del amor á lo bello encarnado en su espíritu, le obliga hasta á ser cruel y despiadado con lo malo; Fernandez-Guerra, el sabio infatigable, el sabio poeta, á quien acusan de soñador en sus juicios los que no comprenden que, á veces, tiene que inventarse cosas que no sepa para estudiarlas, porque cuanto humanamente se puede saber está ya tan bien colocado en su cerebro como los libros en una biblioteca.

La de Ribert me leyó una porción de misivas explicando de diversos modos la escasez de maridos... ¡Cómo me hubiera interesado todo esto hace quince días!... Hubiera sido para un placer transcribir todas estas cartas, estudiarlas de cerca, discutirlas. Hoy no tengo paciencia para ello ni lo deseo... Cómo se cambia...

Señora, yo creo..., ejem..., que esa enfermedad obedece a un estado puramente nervioso... Las alteraciones nerviosas son tan variadas y extrañas..., ejem..., que no es posible someterlas a principios fijos, sino más bien conviene no sentar ninguna regla y estudiarlas en detalle, o sea cada una de por . Trabajo le costó, pero al fin salió del paso.

La verdadera escuela debe ser la naturaleza libre con sus hermosos paisajes para contemplarlos, con sus leyes para estudiarlas, pero también con sus obstáculos, para vencerlos. No se educan hombres animosos y puros en salas estrechas con ventanas enrejadas.

Sobre todo sea ingenuo en sus sensaciones. ¿Acaso tiene necesidad de estudiarlas? ¿No es bastante sentirse emocionado? La sensibilidad es un don admirable; en el orden de las creaciones que usted debe producir puede llegar a ser una fuerza extraordinaria, pero con una condición: que no la revuelva usted contra mismo.