United States or Brunei ? Vote for the TOP Country of the Week !


Allí las construcciones caprichosas, extravagantes, bárbaras sobre toda ponderación, semi-morunas, semi-españolas, entre cuyas moles se agita sin cesar, en la estrechez y estrujándose sin lástima, una numerosa y activa poblacion de los tipos mas heterogéneos.

Buscó con la vista a Martínez y viole a diez pasos de distancia, con la cabezota ladeada, apoyado en su garrote, y su risa de paleto sobre los labios, recibiendo también sus homenajes. Un grupo de palaciegos le rodeaba, oprimiéndose y estrujándose por estrechar su velluda manaza entre las suyas finas y enguantadas, al compás de previsoras lisonjas.

Otras veces aquellos dedos, en sangre tintos, ocupábanse en usos industriales del género de Candelario; pero pronto recobraban su belleza revolcándose en espuma de jabón y estrujándose en agua hasta quedar limpios como el oro y finos como la seda. Así y todo se pirraban por dar una bofetada. ¿Qué se le ofrecía a usted, caballero? ¿Está ese Sr. Tablas? Perico querrá usted decir. Esta no es hora.

Dentro, mujeres y más mujeres estrujándose en torno á la cama, abrumando á la madre con su charla, hablando algunas de los hijos que babían perdido, instaladas otras en los rincones como en su propia casa, repitiendo todas las murmuraciones de la vecindad.

Lo ocurrido fué lo siguiente: fuera de , y acometido de un espasmo de tribulación, el inconsolable padre fué al comedor y descolgó el encerado en que estaban aún escritos los problemas matemáticos, y tomándolo por retrato, que fielmente le reproducía las facciones del adorado hijo, estuvo larguísimo rato dando besos sobre la fría tela negra, y estrujándose la cara contra ella, con lo que la tiza se le pegó al bigote mojado de lágrimas, y el infeliz usurero parecía haber envejecido súbitamente.

«¡Ya llega, ya llegamurmuraban los socios del Casino apiñados en los balcones, codeándose, pisándose, estrujándose, los músculos del cuello en tensión, por el afán de ver mejor el extraño espectáculo, de contemplar a su sabor a la dama hermosa, a la perla de Vetusta, rodeada de curas y monagos, a pie y descalza, vestida de nazareno, ni más ni menos que el señor Vinagre, el cruelísimo maestro de escuela.