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El padre Tomás penetró en el salón con tan prodigiosa vivacidad, que tropezó en una mesita en la que la abuela expone pues es una verdadera exposición, preciosas miniaturas antiguas. La mesa retembló en sus patas vacilantes, los caballetes se estremecieron bajo su gracioso peso de cuadritos y retratos, y el cura se quedó tan confundido que sus gafas temblaron en la rebelde nariz.

Uniéronse las manos de los jóvenes, y ambos se estremecieron, mirándose conmovidos y con la turbación de su ánimo reflejada en el semblante. Dale un beso, Amaury dijo el doctor, acercando a los labios del joven la frente de Antoñita. ¡Adiós, Antoñita! ¡Adiós, Amaury! ¡Hasta la vista! Despidiéronse con temblorosa voz, ahogada por la emoción.

Esto fué lo único que Caragòl pudo ver claramente, y rompió á aplaudir con una alegría infantil. Luego agitó en alto su sombrero de palma. «¡Viva el Santo Cristo del Grao!...» Otros proyectiles fueron cayendo en torno del Mare nostrum, salpicándolo con sus enormes surtidores de espuma. De pronto tembló de popa á proa: se estremecieron sus planchas con una vibración de estallido.

Pues bien, no, señores, á despecho de todo, mi enseñanza hizo su efecto. Á pesar de Novelli y de la escuela italiana, esa mujer canta de vientre... ¿Fué con el pecho ó con el vientre con lo que habló Campistrón? Marenval y Tragomer no pudieron saberlo; ello fué que se estremecieron y que los vidrios temblaron al formidable rugido que salió de la boca del tenor. Pero Campistrón se calmó pronto.

Ya pueden venir las gentes á soñar y á procrear entre las paredes que se estremecieron con gritos de dolor ó ronquidos de agonía. La música empieza á gemir dulcemente á lo largo de la costa feliz, entre el susurro de las olas y los estremecimientos de los naranjos de epitalámico perfume.

El agua tomó de pronto el tono sombrío de un mar de invierno. Muchos se estremecieron de frío en sus trajes veraniegos. Maltrana creyó que el lejano Polo les enviaba su respiración antes de que lograsen introducirse en el abrigo del estuario. ¡Con tal que no tengamos bruma! dijo el doctor . La niebla en el río es de lo más fregado.

La Dorotea era una verdadera reina, una leona de la escena, y aunque la estremecieron aquellas palabras que había cogido al paso, no dió el más leve indicio de haberlas escuchado. Devoró sus celos, se mantuvo serena y miró á Juan Montiño. Entonces se aterró. El semblante del joven estaba demudado aún de cólera. ¿Qué ha sucedido? exclamó ; ¿qué tenéis, Juan? ¿Os habéis visto obligado acaso?...

La joven se irguió mostrando su alta estatura. Sus labios se estremecieron, pero no pronunciaron ni una palabra. Todo, en su actitud, demostraba un doloroso desdén. Se trata de Cristián Tragomer... Añadió Marenval. Pero se calló, al ver que aquel nombre producía un efecto tan inesperado. Me figuraba que quería usted referirse al señor de Tragomer, dijo fríamente María.

El juez de la campaña inmediata al teatro de sus devastaciones convoca a los varones hábiles para la correría, y bajo su autoridad y dirección se hace la persecución del tigre cebado, que rara vez escapa a la sentencia que lo pone fuera de la ley. Cuando nuestro prófugo había caminado cosa de seis leguas, creyó oír bramar al tigre a lo lejos, y sus fibras se estremecieron.

Á este punto llegaba Clara, cuando vino á interrumpirla la voz de Doña Blanca, que decía: ¡Hija, hija! Lucía y Clara se estremecieron. Aunque era imposible que Doña Blanca las hubiese oído, imaginaron por un instante que milagrosamente las había oído y que iba á terciar en la conversación por estilo terrible. ¿Qué manda V., mamá? dijo Clara temblando. Agua. Dame un poco de agua. ¡Me ahogo!