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Después sentía claramente en su oído la vibración de aquella réplica que la había hecho estremecer, que aún la alumbraba, porque las palabras se repetían sin cesar como la pieza de una caja de música, cuyo cilindro, sonada la última nota, da la primera. «¿Pero qué te has figurado, que mi mujer es como ? ¿De dónde has sacado esa historia infame? ¿Quién te ha metido en la cabeza esas ideas?

Y así que la hubo bebido comenzó a soltar con calma una serie de silogismos en latín que haría estremecer a Tito Livio en su tumba. Los compañeros le escuchaban con poca atención, pero movían la cabeza afirmando.

Su caída hizo estremecer de gozosa esperanza a todas las naciones oprimidas. Ninguna victoria francesa resonó en Europa tanto como aquella derrota, que fué, sin disputa, el primer traspiés del Imperio. Desde entonces caminó mucho, pero siempre cojeando.

11 Y visitaré la maldad sobre el mundo, y sobre los impíos su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. 12 Haré más precioso que el oro fino al varón; y al hombre más que el oro de Ofir. 13 Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación del SE

Hízome estremecer su perfecta levita negra abierta sobre una correcta corbata, y el alto cuello en que el señor Boulmet aprisiona las gracias conquistadoras que le quedan, me pareció una alusión directa a la dicha del matrimonio. El señor Boulmet me conoce demasiado bien para no echar de ver que su visita, o más bien, su objeto, me entusiasmaba poco.

. Hable, pues: ya le escucho. ¿Te imaginas, hijo mío, que no he comprendido que tratabas de matarte... esta noche... ahora mismo? Amaury se sintió estremecer de pies a cabeza y dirigió instintivamente los ojos al cajón donde estaban las pistolas. Si, querías matarte continuó el doctor, y guardas el instrumento de muerte, las pistolas, el puñal o el veneno, ahí mismo, en ese cajón.

Maxi estuvo un rato en silencio, clavados en ella sus ojos como saetas, y por fin le dijo estas palabras que la hicieron estremecer: « estás en cinta». Quedose un rato la infeliz mujer como petrificada. Trataba de tomarlo a broma, trataba de negarlo; pero para ninguna de estas determinaciones tenía valor.

, y para siempre... dijo Carlos. Para la vida... contestó Anita. Sus bocas se encontraron y él la estrechó contra él en un abrazo convulsivo. Cayendo a sus pies, la guitarra despidió un sonido dulce y armonioso, como el último acorde de un órgano. Carlos miraba a su mujer con esa mirada que va al corazón, que hace estremecer de amor, que hace daño.

Un grito estridente rasgaba la lobreguez, un alarido feroz, que hacía estremecer á los que lo escuchaban. Este grito inmenso salía de la garganta de un pájaro poco más grande que el puño, una especie de mochuelo del tamaño de un pichón de cría. Todas las bestias, las que vuelan, las que corren y las que se arrastran, se echaban á temblar cuando oían este alarido.

Y la musa que vela en tu sepulcro En medio de la negra tempestad, Aun hace estremecer tu dulce lira Agitando sus alas al pasar. Como una flor purísima y hermosa Nacida en estancado cenegal, Así vivias , genio sublime, En medio de este páramo glacial; Y cual se eleva del pantano infecto De su perfume grata suavidad, Así tu acento se elevaba puro A la mansion de la eternal bondad. ¡Pobre poeta!