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En vista de que el objeto de su cuidado no estuviese allí, se volvió hacia el hombre del sombrero negro. Este había reparado en el maestro, pero con la astucia común en la cual siempre se estrellan los caracteres vulgares, afectó no verle. Contoneándose con un taco en la mano, aparentaba apuntar a una bola en el centro del billar.

Toda esta máquina se mueve por medio de un propulsor que sale de los sistemas conocidas de la hélice y de las ruedas laterales; las ruedas van atrás del buque, girando sobre un eje fijo a un metro de la popa: así, el barco concluye, en su parte posterior, en una pared lisa, perpendicular a las aguas, donde éstas se estrellan ruidosas, cuando las potentes paletas las agitan.

Como el año ha sido bueno, la procesión no deja nada que desear en punto á brincos, cohetes, vivas, cantares, piporrazos, aleluyas, flores, ramos, tortas, plegarias. Por la tarde, algunas cabezas dan en el suelo ó se estrellan contra la esquina. Es el alcohol que sube al pulpito.

El humo de los cigarros y el polvo de las pisadas formaban una nube azulada sobre las cabezas, que el sol doraba con sus rayos, al pasar por las altas vidrieras; la rueda era como la roca, contra la cual se estrellan las oleadas tempestuosas; allí los gritos eran más fuertes, los apóstrofes más rudos, la lucha más reñida, más desesperada, más implacable; los bastones, esgrimidos por brazos que la pasión enardecía hasta la epilepsia, se levantaban amenazadores.

Sentaos á la orilla del mar en una playa solitaria; escuchad el sordo mujido de las olas que se estrellan bajo vuestros piés, ó el silbido de los vientos que las agitan; con la vista fija en aquella inmensidad mirad la línea azulada que une la bóveda del cielo con las aguas del océano; colocaos en una vasta y desierta llanura ó en el corazon de un bosque de árboles seculares; en el silencio de la noche contemplad el firmamento sembrado de astros que siguen tranquilamente su carrera, como la siguieron muchos siglos antes, como la seguirán siglos despues; sin esfuerzo, sin trabajo de ninguna clase, abandonaos á los movimientos espontáneos de vuestra alma, y veréis como brotan en ella sentimientos que la conmueven hondamente, que la levantan sobre misma, y como que la absorben en la inmensidad.

Que pesara sobre su conciencia la brutalidad que había hecho. Seguí visitando a la Shele diariamente. No había manera de hacerla reaccionar. Estaba decidida a dar un adiós definitivo a la vida. Ante una resolución tan firme de morirse, todos los planes terapéuticos se estrellan. A los quince días hubo que confesar y dar la Unción a la Shele. Doña Celestina y sus hijas fueron a verla.

325 Que en puertiando la primera, ya la siguen los demás, y en montones las de atrás contra los palos se estrellan, y saltan y se atropellan sin que se corten jamás. 326 Y aunque yo por mi inorancia con gran trabajo me esplico, cuando llego a abrir el pico, tengaló por cosa cierta, sale un verso y en la puerta ya asoma el otro el hocico.

La posesión del dinero, acontecimiento inaudito en aquellos tristes años de su vida, produjo en Doña Paca un efecto psicológico muy extraño: se le anubló la inteligencia; perdió hasta la noción del tiempo; no encontraba palabras con qué expresar las ideas, y estas zumbaban en su cabeza como las moscas cuando se estrellan contra un cristal, queriendo atravesarlo para pasar de la obscuridad a la luz.

En la Villa del Río Quinto encuentra al valiente Pringles, aquel soldado de la guerra de la Independencia que, cercado por los españoles en un desfiladero, se lanza al mar en su caballo, y entre el ruido de las olas que se estrellan contra la ribera, hace resonar el formidable grito: ¡Viva la patria!

De este modo, , comprendo la confesión; pero a bordo, en medio de una tempestad, cuando únicamente a fuerza de brazos se puede escapar a una muerte inminente, cuando las olas se estrellan con furia contra la embarcación, cuando a cada momento se ve desaparecer una vela, cuando los palos se inclinan y crujen, cuando el oleaje se abate y muge sobre el puente, lo arrolla todo y arrastra hombres, vergas, botes... ¡oh! entonces la confesión es una práctica por lo menos fuera de uso y sin utilidad ninguna para virar en redondo o para largar una gavia.