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El Ventero respondió que fuese en buen hora; pero que esperasen que acabasen de comer unos estranjeros que estaban en eso, porque en la venta no había otra mesa más que la que ellos ocupaban. Don Cleofás dijo: Por no esperar, si estos señores nos dan licencia, podremos comer juntos, y ya que ellos van en la silla, nosotros iremos en las ancas.

Don Cleofás le dijo: Todas esas caras conozco; pero sus bolsas no, si no es para servillas . Hanse pasado a los estranjeros, porque las trataban muy mal estos príncipes cristianos dijo el Cojuelo , y se han quedado, con las caponas , sin ejercicio.

Parece, segun llegamos á entender, que en teoría, y para arrancar la aprobacion de esa nueva oficina, se han figurado grandes ingresos nuevos que se darán á la renta, contando para ello como principal arbitrio, el que toda correspondencia, de cualquier clase que llegue á Filipinas, se conduzca al correo y devengue portes, proceda de donde quiera, contando con que los buques estranjeros entregarán las cartas luego, luego; y en esto principalmente es donde se halla el perjuicio de aquel comercio y vecindario, como se va á demostrar.

Pero si este daño recibieron las letras en España por la intolerancia religiosa de los Reyes Católicos, i por su injusto proceder contra los judíos, no padeció menos el comercio, i detrás de él todo el reino, con su espulsion i con la venida de los genoveses i otros estranjeros á establecer sus casas para tratar i contratar: las cuales por lo comun eran dependientes de las que estaban en las mas principales ciudades mercantiles de Italia i otras partes: de donde vinieron á resultar gravisimos daños.

De esta suerte hablaba Ceballos contra el comercio que ejercian únicamente los estranjeros en España. Frai Gerónimo Bolívar, Francisco Martinez de la Mata, Cristóbal Perez de Herrer, Luis de Castilla, Damian de Olivares, Miguel Caja de Leruela i otros escribieron tambien en iguales ó semejantes términos en la materia.

La inmensa y admirable bahía forma casi un círculo irregular; en su seno se ven anclados 20 ó 30 bergantines, barcas y goletas con los pabellones estranjeros y el nacional; un enjambre de lanchas se cruza en todas direcciones, y varios fuertes, construidos sobre islotes ó ángulos salientes de la costa, ostentan entre cocoteros y parásitas, su vieja y pesada manipostería convertida casi en escombros, ó muy deteriorada, y sin baterías.

España estaba entregada enteramente á la codicia de los estranjeros, i ellos en las mercaderías eran quienes ponian á su albedrío la lei.

-Yo -dijo don Quijote- no si soy bueno, pero decir que no soy el malo; para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don Álvaro Tarfe, que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza; antes, por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en las justas desa ciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas del mundo su mentira; y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única.

La mayor parte de los economistas veian el remedio de España en la cesacion de la libertad de traficar con los estranjeros.

Así escriben este suceso Posevino en su Aparato sacro, i Luis de Páramo en su Origen de la Inquisicion, autores antiguos i fanáticos: lo cual prueba bien claramente cuanto se engañan aquellos autores que corrompiendo la verdad creen que este suceso es invencion de los estranjeros para manchar la buena fama de los Reyes Católicos, ó por mejor decir, de Fernando V. El mismo Torquemada, orgulloso con haber estorbado los designios de este favorables ya á los desventuradisimos hebreos, dió un furibundo edicto en que vedaba, conminando con los mas fuertes anatemas á los que caminasen en contrario, que ningun cristiano, pasado el plazo señalado en la real cédula, diese alimento ni otra cosa á los judíos que aun no se hubiesen convertido á la fe de Cristo.