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Estos hechos, que son auténticos, me dieron mucho en qué pensar. El señor marqués y sus estorninos me parecieron representar el sistema económico de casi todas las sociedades humanas.

Pero el estornino gusta particularmente de los sitios húmedos y sombríos, como los cañaverales y bosques de las orillas del rio. Esto ha dado al consabido marqués propietario la idea de su especulacion. Ha establecido en la orilla del Guadalquivir algunos de esos asilos de verdura, resultando que los estorninos han fundado allí su domicilio y sus almacenes de depósito.

Frígilis prefería mojarse a campo raso, y arrastraba consigo a Quintanar lejos de Vetusta, cerca del mar, a las praderas y marismas solitarias de Palomares y Roca Tajada, donde fatigaban el monte y la llanura, persiguiendo perdices y chochas en lo espeso de los altozanos nemorosos; y en las planicies escuetas, melancólicos y quejumbrosos alcaravanes, nubes de estorninos, tordos de agua, patos marinos, y bandadas obscuras de peguetas diligentes.

El señor marqués me ofrecia la imágen de los gobiernos que, despues de explotar el trabajo de las masas, mediante los impuestos inicuos, los monopolios, etc., hacen la caza á sus estorninos humanos para convertirlos en soldados ó presidiarios y mandarlos á morir.

Sin duda que el buen hidalgo no ha caído en cuenta de que al procurarles asilo á los inocentes estorninos se hace instigador y cómplice de los olivicidios, en provecho personal exclusivo. Pero hay algo mas curioso en el asunto.

Contáronnos que un cierto marqués, propietario del terreno, hacia una compleja y singular especulacion, mediante el auxilio de las bandas de estorninos, pájaros sumamente abundantes en el pais. Parece que los estorninos andaluces profesan opiniones comunistas en alto grado y las practican con mucha sagacidad.

Cuántos poderes hay en este mundo que viven del comunismo, á estilo del honorable señor marqués de las Olivas y conde de los Estorninos! Hácia las cercanías de Córdoba las montañas de la Sierra toman un aspecto interesante, tanto por sus formas como por sus curiosidades y vegetacion.

Pero Lorquin había hablado con sobrada ligereza; después de recorrer doscientos o trescientos pasos por el valle, los cosacos se apretujaron como una bandada de estorninos, describiendo un círculo, y con la lanza en ristre y la cara casi entre las orejas de sus caballos se lanzaron a todo correr contra los guerrilleros, gritando con voz ronca: «¡Hurra, hurraFue un momento terrible.