United States or Senegal ? Vote for the TOP Country of the Week !


No obstante se ha de advertir, que no fué Séneca de los Autores menos juiciosos, aunque creo que fué mayor su imaginacion que el juicio. Fué Estoico, ó quiso parecerlo, y se hallan en sus escritos sentencias, y máxîmas admirables para animar á seguir la virtud.

Toda la batalla fue negocio de algunos segundos. D. Luis había estado sereno, como un filósofo estoico, a quien la dura ley de la necesidad obliga a ponerse en semejante conflicto, tan contrario a sus costumbres y modo de pensar; pero, no bien miró a su contrario por tierra, bañado en sangre, y como muerto, D. Luis sintió una angustia grandísima y temió que le diese una congoja.

Luego, cuando se alejaba la escolta, los sentimientos comprimidos se exhalaron en algunas lágrimas histéricas por parte de la Duquesa, en injurias por la de la madre Shipton y en blasfemias que, como flechas envenenadas, lanzaba el tío Billy. Tan sólo el estoico don Jorge permanecía mudo.

Te juro que si es verdad, esa mujer, esa hipócrita, esa sinvergüenza que me vendía amistad, no se ha de reír de . Esto no puede quedar así. La mato, le saco los ojos, le arranco el corazón... Que me traigan mi ropa. Tío, chiquilla; quiero levantarme. ¡Pero qué abandonada me tienen! Comprendo que te tan fuerte. Así me dio a ; pero luego me he vuelto estoico.

La gente se lo preguntaba y no se daba contestación satisfactoria. Los amigos, y simultáneamente don Andrés Rubio, se mostraban inquietos. Sólo no se alteraba doña Inés. Su carácter estoico y su resignada y cristiana conformidad con la voluntad del Altísimo conservaban casi siempre inalterable la tranquilidad de su alma.

Estoico respondió con maravillosa dignidad y orgullo Belarmino, a quien repentinamente se le había revelado el sentido de aquella palabra, oída de labios del señor Colignon. El Padre Alesón se quedó frío. Pensó: «A ver si este pobre hombre posee más sindéresis de lo que yo sospechabaSe despidió. Ea, Belarmino; contra mi gusto, tengo que abandonar tu compañía.

El Estudiantón le escuchaba fascinado, sin sacar nada en limpio, pero con la esperanza cierta de llegar a dominar algún día el tecnicismo de aquel moderno filósofo de portal, o estoico, como él decía, sin saber que en Grecia tanto valía estoico como filósofo de portal. Escobar continuó asistiendo al portal de Belarmino y tomaba notas de lo que oía.

Por consejo de Escobar acudieron a oír a Belarmino muchos estudiantes y hasta profesores. Los juicios y opiniones acerca del estoico discrepaban, naturalmente; los ánimos se apasionaron.

Pronunciando el aco ang bahala, emprende todos los actos de su vida; y murmurando el talagá nang Dios, arroja el primer puñado de tierra sobre los últimos restos de la que le dió el sér, ó sigue con estóico indiferentismo el féretro del fruto de sus amores, sin que jamás se le ocurra protestar ni con la lengua ni con los ademanes de su profunda y filosófica frase.

Contaba con algo por el estilo al disponer el programa del festín, y aun en los comienzos de éste anduvieron bastante ajustados a la palpable realidad sus cálculos de tantos días; pero el vuelo inesperado que tomaron las peroraciones de tantos y tan ilustres comensales; aquel mezclarse los panegíricos de sus virtudes cívicas y políticas, de sus altísimos merecimientos personales, con las cuestiones más candentes de la actual gobernación del Estado, en boca de los hombres que tenían en sus manos los destinos de la patria; aquel cielo de esplendores y de gloria; aquella radiante apoteosis a que se le elevaba de pronto y por tales gentes; todo aquello, que levantaba cien codos por encima de sus cálculos, aunque no de sus «nobles ambiciones», era más que suficiente para dar al traste con la serenidad de un estoico, cuanto más con la de un hombre como él, tan trabajado por «los acontecimientos» y hasta por los achaques y los años.