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-Todo puede ser -respondió Sancho-, mas yo que en lo de mi cuento no hay más que decir: que allí se acaba do comienza el yerro de la cuenta del pasaje de las cabras. -Acabe norabuena donde quisiere -dijo don Quijote-, y veamos si se puede mover Rocinante. Tornóle a poner las piernas, y él tornó a dar saltos y a estarse quedo: tanto estaba de bien atado.

En cambio, les divertía mucho ver en Palacio la parada o estarse en Santa Cruz oyendo a los charlatanes perorar desde el pescante de un simón vendiendo grasa de león para quitar manchas o diciendo que tenían polvos para matar los insetos solitarios del estómago, que es el intestino donde se mete la comida. ¿Y el caudal de conocimientos que adquirieron?

Media hora; ya llevaba media hora hablando y aún no había comenzado de veras el discurso. Ahora lamentaba que la Cámara estuviese vacía. ¡Tan bien que marchaba aquello!... Frente a él, en la penumbra de la tribuna diplomática, seguía moviéndose el abanico, distrayéndole con su aleteo. ¡Diablo de señora! Bien podía estarse quieta.

Si el señor marqués de Ulloa supiese que tenía en casa al traidor, con atarlo al pie de la cama y cruzarlo a latigazos.... ¡Su propio mayordomo! No cómo pudo usted estarse así con esa flema.

¿Qué procedimiento ha seguido y sigue el General Brooks en Cuba? ¿No siguen hasta ahora armados los cubanos, sin embargo, de estarse tratando de la paz y del porvenir de aquella isla? Y ¿somos por ventura menos dignos, que aquellos revolucionarios, de la libertad y de la Independencia?

Precisamente a esa hora del anochecer salía Muñoz de la casa de Julio. Le había esperado durante dos horas, a pesar de afirmarle el sirviente que no volvería antes de la una. Le hubiera esperado dos horas más, por la sensación de oscuro alivio que le produjo estarse allí, solo, y sentado al escritorio y entre las cosas de un hombre a quien odiaba ahora con toda su alma.

Además, ¿quién nos dice que quiere volver, si sabemos que por su voluntad se ha ido? Le gusta andar de pingo, y no hará usted carrera de ella como la prive de estarse la mitad del día tomando medida a las calles». Para no perder ripio, insistió Juliana en la recomendación que ya había hecho a su suegra de una buena criada para todo.

Lo que debía suceder fatalmente, respondió Lea con una actitud de extravió. Sorege ha venido á mi casa... ¿Y le has recibido? No he tenido otro remedio. Ofrecía estarse allí hasta que saliera. No podía escapar. ¡No se evita lo inevitable! Te lo había dicho... Lo sabía... Mi suerte estaba decidida... ¿Pero á qué se ha atrevido? preguntó Jacobo, que empezaba á estar inquieto.

Ciertamente respondió Carlos con voz un poco alterada. Mientras Hardoin, muy verboso, se metía en una larga digresión sobre un proyecto de fiesta del «Mérito modesto», generalmente desconocido, Liette seguía con mirada inquieta al joven, que iba y venía en el comedor como si no pudiera estarse quieto.

Ya me voy convenciendo de que es mejor estarse una quietecita en un paraje que no sea tan feo como el corral, viviendo sin sobresalto ni peligro. Allí veo, cerca del río, unos grandes árboles, que me parecen el lugar más hermoso que hemos encontrado en nuestro viaje