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Al hombre que falta a su palabra, no puede ayudarle Dios... Estabas ya a bordo de un barco seguro, de porte, de madera blanca bien sangrada, con los fondos forrados, los árboles recios y el aparejo limpio y sencillo, y lo dejas para embarcarte en otro más ligero y galán... Buen provecho te haga.

¡Ah!, sola... ¿y qué tal...? Me dijeron que estabas... que estaba usted algo mala... Después de decirle que su enfermedad no había sido nada, la chulita se sentó junto a él, haciendo propósito de contarle la verdadera dolencia que sufría, que era puramente moral, y con los más graves caracteres.

, iré, es natural... tiene usted razón. Pero no veré a Ricardo.... ¿Por qué, Rodolfo? Te quiere mucho... desde niños fueron amiguitos. Si vieras... cuando estabas en el colegio, siempre que venía a vacaciones, o de paseo, no dejaba de visitarnos. Y nos decía: «Doña Pepita: yo quiero mucho a Rorró, mucho; somos muy buenos amigos; siempre andamos juntos. ¿Necesita algo?

El bufón se detuvo fatigado. Dorotea temblaba. Oye... oye aún... continuó el bufón . Durante los primeros años de tu vida, te amé como á propio... más que como á propio... yo lo empleaba todo en ti... el oro que había robado... mi soldada... eras una pequeña dama... estabas mejor vestida, tenías más juguetes y más ricos que las hijas de gente noble y poderosa que se criaban en el convento... yo enloquecía por ti... porque eras para más que mi amor: eras el recuerdo de un horrible crimen... yo veía sobre tu pura y hermosa frente de ángel una mancha roja...

Para disimularse levantó fingiendo buscar algo, dió media vuelta, sentóse de nuevo, después se puso la mano sobre los ojos, y finalmente, rompió una flor de trapo que tenía entre sus manos. ¿Qué estabas diciendo, que no te ...? Que el Sr. de Santorcaz...

Será todo lo romántico que quieras, y es opuesto a mi modo de pensar hablar en tono amargo de ciertas cosas; pero yo, que de todas las preocupaciones me río, he venido a estrellarme contra una de las más poderosas. La distancia que nos separa no sería mayor si fueses reina y yo lacayo, como los personajes de aquel drama francés que estabas leyendo la otra tarde.

¡Pobre Beethoven mío! exclamó el estudiante dejando de tocar y haciendo un gesto de desesperación . ¡Qué lejos estabas de caer entre mis dedos! Me parece que debemos marcharnos dijo el tenedor de libros ofreciendo un pitillo a Alonso, que respondió: «No lo gasto» . ¿Nos vamos, Augusto? A escape. Ya no me acordaba de que tienen ustedes que ir a comer a la embajada inglesa...».

Si seguían el impulso de las huelgas, era por el ruido y el desorden que éstas traían. De los antiguos, quedaban aún muchos fieles a la idea, pero apocados de ánimo, miedosos, encorvados bajo el temor que habían sabido infundirles los ricos. Hemos sufrido mucho, Fernando. Mientras estabas allá lejos padeciendo, esto nos lo han transformado.

Al contrario repuse yo : te sentaba admirablemente, estabas guapísima. ¡Chitón! Déjame concluir. Después que me vi en la vidriera me animé un poquirritillo. Fui otra vez a la capilla y allí me abrazaron todas mis amigas. ¡Ay hijo, entonces comencé a soltar lágrimas a chorro! ¡Me dio una perrera, que pensé liquidarme! Pero, como era una chiquilla, pasó al instante de la tristeza a la alegría.

Estás bien, ya estás fuera de peligro, y vivirás, pobre niño; pero ¿has perdido la razón, o Dios quiere que te veamos en tu ser natural, sano y cuerdo, tal y como estabas antes de que aquellos caribes...?