United States or Palestine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era Jacobo, gallardamente embozado en una capa andaluza con vueltas rojas, y cubierta la cabeza con un sombrero hongo de color claro; torció la esquina sin fijarse en el coche y comenzó a subir por la calle ya más despacio, examinando las casas atentamente.

No señor, si cierro no verá usted bien hasta llegar a la esquina.... Muchas gracias... adiós, adiós. Buenas noches, D. Fermín. Esto lo dijo Petra muy bajo, sacando la cabeza fuera del portal, y cerró con gran cuidado de no hacer cualquier ruido. «¡D. Fermínpensó el Magistral. «¿Por qué me llama esta D. Fermín? ¿Qué se habrá figurado? Mejor, mejor.... , mejor.

Cuando Piola dió vuelta á la esquina, Rojas montaba ya en su caballo. Por un sentimiento atávico de centauro de estancia, se consideraba más fuerte y más seguro de este modo que á pie.

Volvióse Jacobo del otro lado, ahogando estas reflexiones con su voluntad ya despierta, y tiró de la campanilla, murmurando entre dientes: Amar a nuestro prójimo Nos manda la doctrina, Y al prójimo en la guerra Le dan contra una esquina. Entró Damián, trayendo, como todos los días, el correo y los periódicos, que puso al alcance de la mano de Jacobo sobre la mesa de noche.

Presentación pasó a dormir en un cuartito interior, donde antes tenían los armarios de la ropa. Mario nadó los primeros días en una gloria azul y luminosa sembrada de estrellas, cercada de querubines alados como las que colocan los pintores en la esquina del cuadro cuando quieren representar la muerte de un santo.

Y mientras él se alejaba, en la esquina de la Catedral aparecía, el honrado y pacífico míster Robert, en busca de su tranvía, el de la luz roja; el día ha sido malo, el trabajo rudo y piensa con delicia en el hogar, donde va a encontrar el descanso del cuerpo y del espíritu. Pasa la luz verde, la azul, la anaranjada, pero la roja no se columbra todavía.

Este había desaparecido por la esquina de una calle. Pero al llegar a ella la columna pudo verle tratando de ganar la otra. ¡Pum! Don Roque disparó su revólver, gritando al mismo tiempo: ¡Date, ladrón! Tornó a desaparecer: tornaron a verle al llegar a la calle de la Misericordia. ¡Pum! Otro tiro de don Roque. ¡Date, ladrón!

Le miraba, pálida, con los ojos enormemente agrandados, unos ojos que parecían devorarle con su admiración. Ven, pobrecito mío... Ven aquí, soldadito dulce... Te debo algo. Y volviendo su espalda á la doncella, le invitó á doblar una esquina inmediata.

Mesía recordó con tristeza, mezclada de remordimiento, la noche en que aquella mujer saltaba por un balcón, llena de fe y enamorada. Por una esquina de la calle, del lado de la catedral, apareció una señora que los del balcón reconocieron al momento. Era la Regenta. Venía de negro, de mantilla; la acompañaba Petra, su doncella. Pronto estuvieron debajo de ellos.

Practicáronlo así, pero sin poder averiguar quien hubiese tocado, ni con que órden, lo que obligó al corregidor mandase apostar una compañia en cada esquina de la plaza, por si hubiese algun inopinado asalto.