United States or Kenya ? Vote for the TOP Country of the Week !


La explotaba por mismo con ayuda de su esposa, quien según de Bray afirmaba poseía todo el espíritu de los números y de administración que a él le faltaba.

Estaba en verdad bien enamorado aquel caballero. ¡Feliz el hombre que, como él, no ha tenido más amor que el de su esposa! Don Germán Reynoso era hijo de un agente de Bolsa. Cuando sólo contaba seis o siete años, su padre, por virtud de algunas operaciones desgraciadas, quedó arruinado.

El general Patiño, fatigado de enviar mortíferos proyectiles a la esposa de Calderón sin que la plaza se diese siquiera por enterada, había levantado el cerco para sitiar a la marquesa de Ujo, que a las primeras granadas había capitulado abriendo las puertas al enemigo.

El lector debe recordar al oír este lenguaje en la boca de Rosas, que no veía a su padre desde la juventud, y a cuya esposa había dado días tan amargos, algo parecido a las hipócritas protestas de Tiberio ante el Senado romano.

Durante este tiempo, la influencia del campo, la vida más íntima y sobre todo la necesidad de acallar el grito de su conciencia, hicieron a Tristán más cariñoso y atento con su esposa. Apartado de la vida de café y de círculo y de las rivalidades de la vida literaria, el lazo del amor conyugal se estrechó.

Frente al balcón, vestido de rosas blancas, por donde en el Paraíso asoma tu faz de generosos y profundos ojos, pasan tus hermanas y te saludan con una sonrisa, en la maravilla de tu virtud, ¡oh, mi ángel consolador; oh, mi esposa!

Tu amigo Robledo nos protege, y sin embargo no se te ocurre por eso que pueda murmurar la gente... ¿Qué tiene de extraordinario que un amigo nuevo nos demuestre su simpatía cediéndonos su casa? Estaba tan acostumbrado Torrebianca á obedecer á su esposa, que bastaron las últimas palabras de ella para quebrantar su resistencia.

Yo le prometo no ser prolijo ni enojoso. Iré al grano. No crea usted que nada de lo que digo es a humo de pajas. Todo se necesita para que V. se entere. Vamos, siga V., y le repito que perdone mi interrupción. Pues, como iba diciendo prosiguió D. Gregorio , mi esposa es ahora una matronaza fresca y guapetona todavía, si bien los años no pasan en balde. Cinco hijos me ha dado como cinco soles.

Este recuerdo trajo consigo otros muchos, todos dolorosos, en que se mezclaban su esposa, su hija y Ricardo, poniéndole ante los ojos las graves desdichas que en poco tiempo había experimentado. Levantose bruscamente y salió de la habitación. Ricardo, conmovido igualmente y dominado por un gran abatimiento, quedó cabizbajo y silencioso.

No es dijo el Cojuelo traje turquesco; que es la usanza húngara, como ha sido rey de Hungría: que es Ferdinando de Austria, cesáreo emperador de Alemania y rey de Romanos, y la emperatriz su esposa María, serenísima infanta de Castilla, que hasta los demonios volviéndose a don Cleofás celebramos sus grandezas.