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Las copas de plata siguen siempre sobre el aparador, pero su metal repujado no está empañado por el tacto y no hay en su fondo residuos que afecten el olfato; el único olor predominante es el del espliego y el de las hojas de rosas que llenan los vasos de alabastro inglés. Todo respira pureza y orden en aquella pieza, antes triste, porque un nuevo espíritu tutelar entró en ella hace quince años.

Olía a ella, a los ungüentos con que la frotaba, al espliego y alcanfor de su jurisdicción ordinaria. «Habrá que olerle cuando venga de fuera, de la calle». Y le despachó, como casi siempre, con cajas destempladas.

Seguía el pimentón molido, que sirve para pintar la comida del pueblo, y luego los cañamones, de que se sustentan los pajarillos presos. El espliego se daba la mano con los estropajos, y no faltaban algunas resmas de papel picado con que las cocineras adornan los vasares. Entre tanta chuchería, Isidora encontró otro antiguo conocido, otra amistad de su infancia.

La cabra tira al monte, y se te despega el señorío, créetelo, se te despega...». Cuando pasó a decir a Severiana que estaba servida, esta había concluido de limpiar la sala. Como había tan mal olor allí, trajeron una paletada de carbones encendidos, y echando un puñado de espliego, la pasearon por toda la casa, desde el pasillo hasta la cocina.

Los purohitas echaron sobre las brasas canela, sándalo, espliego y otras plantas y yerbas secas y fragantes. Se levantó llama y Narada la avivó más con libaciones de soma divino.

En toda la casa reinaba el silencio de una caja almohadillada; el ambiente era tibio y estaba ligeramente perfumado por algo que olía a cera y a estoraque y acaso a espliego.... Ana sentía una somnolencia dulce pero algo alarmante; se estaba allí bien, pero se temía vagamente la asfixia. Doña Petronila tardaba.

No era verdad, sin embargo, porque D. Marcelino, cuando llegó de tierra de Campos hacia treinta años, traía las manos ocupadas con una porción de saquillos de lienzo crudo repletos de espliego, flor de malva, manzanilla, sanguinaria, flor de tila, anís y otras varias hierbas y simientes medicinales, que pregonaba con hermosa voz de barítono que á los vecinos de Vegalora les penetraba hasta lo más escondido de los sesos.

Nicolás repetía una figura de que estaba satisfecho: «Sahumar, sahumar y sahumar». Y a propósito de espliego, a él, físicamente, tampoco le vendría mal... esto sin ofender a nadie. Madrid. Mayo de 1886. Parte tercera Costumbres turcas -i Juan Pablo Rubín no podía vivir sin pasarse la mitad de las horas del día o casi todas ellas en el café.

Y pon agua a la lumbre. Y Chinto entraba, salía, dando zancajadas a través del lodo, trayendo a la exigente facultativa cera, espliego, romero, vino blanco y tinto, anís, aceite, ruda, todas las drogas y comestibles que reclamaba.... En los breves intervalos que tenía de descanso el solícito mozo, se sentaba en una silla baja, al lado del lecho de la tullida, quejándose de que le faltaban las piernas de algún tiempo acá, él mismo no sabía cómo, y parece que la respiración se le acababa enteramente: el médico le afirmaba que se le había metido polvillo de tabaco en los broncos y en los plumones... Boh, boh... ¿qué saben los médicos lo que uno tiene dentro del cuerpo?

Julián, por su compostura y hábitos de pulcritud-aprendidos de su madre, que le sahumaba toda la ropa con espliego y le ponía entre cada par de calcetines una manzana camuesa cogió fama de seminarista pollo, máxime cuando averiguaron que se lavaba mucho manos y cara.