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Las dos extranjeras fueron inmediatamente notadas y apreciadas como merecían, por las treinta o cuarenta personas que constituyen una especie de tribunal misterioso, que sentencia a nombre de todo París, y cuyas sentencias son sin apelación.

Algo desconcertada por esta especie de reprimenda, me coloqué el sombrero en la cabeza, no sin comprobar que un viaje en un bolsillo era muy poco higiénico para tal producto de la industria humana. Tocome en seguida despedirme de Juan y de Petrilla. Ah, señorita díjome Petrilla, siento tanto dejaros, como sentiría si dejase la mejor de mis vacas. ¡Mil gracias! repúsele entre risa y lloro.

Las calamidades de la revolución, los peligros de la proscripción y de la guerra, las agitaciones siempre renacientes de una vida incierta y móvil, las pérdidas múltiples, vivas y dolorosas, todo esto, sin duda, ha podido imprimir a mi organización, a mi carácter, al movimiento de mis pensamientos, a la dirección de mis expresiones, yo no qué algo de singular, de inusitado, de raro, esa especie de exageración, en fin, de la cual censuras con tanta razón las desviaciones; pero, en realidad, yo no necesitaba más que entregarme a la naturaleza y a mismo, encontrarme libre de todas las impresiones extrañas que fatigaban mi corazón, volver al reposo delicioso de la soledad y al círculo de los deberes fáciles, para renovarme.

Hará asequibles a todo el mundo los beneficios y los goces del trato espiritual con los más grandes genios de la humanidad. La =Colección Universal= publicará las obras en su ABSOLUTA INTEGRIDAD, sin supresiones ni adiciones de ninguna especie.

Además, las dos jóvenes lloraban que era un desconsuelo. Sucedióle á Montiño lo que á muchos que se creen invencibles antes del combate: huyó á la vista del enemigo. Y huyó, literalmente hablando. Luisa, al verle huir, sintió una especie de perverso consuelo. Había adivinado algo aterrador en Montiño. Se había visto descubierta. Había temblado. Pero al huir Montiño se tranquilizó.

Repuesto un poco de esa especie de sopor ó letargo que causa en nuestro ánimo la admiracion, principié á meditar sobre lo que habia visto, mientras que mi mujer se ponia un traje de casa. La verdad, me veo turbado; apenas puedo desenredar, si así puede decirse, las primeras ideas y sensaciones.

Total, que ella bajaba para Palomares, donde ha comprado una especie de chalet o demonios; bueno, pues, cátate que nuestro Alvarito, en vez de tomar el tren que subía, el de Madrid, toma el que baja, da órdenes a su criado, para que recoja corriendo el equipaje y se meta en el reservado que traía la ministra, un coche salón con cama y demás.

Engañábanlas sus maridos, o parientes, a unas con especie de piedad, a otras de codicia.

El célebre Lafont no tardaba nunca menos de tres horas en pintarse; y M. Febvre se extraña de que en los Conservatorios no haya una clase especial donde los alumnos puedan aprender, razonadamente, el arte de caracterizarse. El maquillaje, en efecto, constituye una especie de rinconcito de la ciencia, cuyo discreto cultivo requiere ciertos conocimientos anatómicos.

Aresti se decía amargamente que su mujer no era suya, que disponía de ella menos que á medias, compartiéndola en una especie de adulterio moral con directores de conciencia que apenas conocía.