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El sol comenzaba a caldear la plaza; esparcíase por el ambiente el tufillo de las verduras recalentadas; pero bajo la techumbre de cinc que resguardaba los puestos de flores, entre las cortinas rayadas que tapaban los lados del mercadillo, notábase una frescura de subterráneo, el vaho húmedo de las baldosas regadas con exceso. Y luego, ¡qué orgía para el olfato en esta atmósfera fresca!

No todos los navegantes eran piadosos y confiaban su suerte al cielo. En el primer siglo del descubrimiento, esparcíase entre la gente marinera la leyenda del piloto Carreño, un argonauta osado y blasfemador, enemigo de Dios y de los santos.

Si la mujer había juntado un duro con sus trapacerías y rapiñas, empleaba casi toda la cantidad en tablillas de la preciada pasta. La familia sorbía con delectación el chocolate líquido, y lo mascaba crudo como si mascase pan. El amargo perfume esparcíase en las casas inmediatas, despertando envidias.

Movían sus cabezas los olmos, los pinos, las carrascas, las encinas; vibraba la orquesta inmensa del bosque, y de un extremo a otro esparcíase el lamento de la sinfonía salvaje, despertando los ecos en las cañadas, aguzándose en las alturas, volviendo a descender en busca de nuevas masas de árboles que repitiesen este suspiro de arpa temblorosa.

Y el líquido, hinchado por el fuego, adquiría fantásticas proporciones, pareciendo mucho más grande de lo que realmente fue; esparcíase en oleadas fuera de la vasija, para perderse sin utilidad alguna, hasta que acabó por apagar la lumbre. Y cuando la olla descansaba al fin, enfriándose, sólo tenía en su interior leves residuos.

Y poeta sin conocerlo, su espíritu, encerrado en ruda envoltura, esparcíase con el fuego de la fe, consolando la angustia de sus últimos momentos con la esperanza de que otros llegaban detrás empujando, como él decía, y que esos otros acabarían por arrollarlo todo con la fuerza de la cantidad, como las gotas de agua que forman la inundación. Les mataban porque eran pocos.

Al sentir el desgarrón de los cuernos en su panza, el mísero animal había mordido el cuello del toro con una furia de cordero rabioso. Relinchaban tristemente los caballos heridos, levantando la cola con ruidoso escape de gases; un hedor de sangre y excremento vegetal esparcíase por el patio; la sangre corría entre las piedras, ennegreciéndose al secarse.

Los siete jueces se saludaron como gente que no se ha visto en una semana. Luego hablaron de sus asuntos particulares junto á la puerta de la Catedral. De vez en cuando, abriéndose las mamparas cubiertas de anuncios religiosos, esparcíase en el ambiente cálido de la plaza una fresca bocanada de incienso, semejante á la respiración húmeda de un lugar subterráneo.

Las tiendas estaban establecidas en casuchas de madera vieja, pero su inmensa balumba de objetos, no encontrando espacio en tales estrecheces, esparcíase por los callejones y plazoletas del corralón.

La llanura esparcíase hasta las montañas que, esfumadas por la distancia, cerraban el horizonte; inculta, salvaje, con la solemnidad monótona de la tierra abandonada. Los hierbajos cubrían el suelo en apretadas marañas, matizando la primavera su verde oscuro con el blanco y el rojo de las flores silvestres.