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«D. Álvaro de Sande, claro por mil hechos y mil jornadas, que siendo tesorero de Plasencia, como Aquiles dejó las faldas largas y empuñó la espada y lanza, y saltó en ser soldado, siendo cercado en los Gelves de una poderosísima turquesca armada, defendió el hechizo fuerte tres ó cuatro meses, sin se le poder entrar con muchos y muy terribles asaltos, en los que mató infinitos turcos que quedaron por ahí tendidos en el campo.

Tomélo de memoria. Prestóme una daga, que en lo ancho era alfanje, y en lo largo no se llamaba espada, que bien podía. "Bébase me dijo -esta media azumbre de vino puro; que si no da vaharada no parecerá valiente."

Los demás canónigos le envidiaban, entre otras cosas, sus hermosos ademanes en el púlpito y aquella bizarría con que manejaba el manteo, aquellos sus diversos estilos de arrebozarse con él y de derribarlo de súbito, a modo de capa soldadesca, como quien va a desnudar varonilmente la espada. Su primera lección fue un verdadero pórtico de sapiencia.

El ayo volvió a mirar compungidamente a la Condesa, pintando en sus húmedos ojos la persuasión de que no había instruído al mayorazgo en tales iniquidades, y D.ª María reprendió a su hijo con majestad verdaderamente regia, diciéndole con pausa y aplomo estas amargas palabras: Hijo mío, recordarás que te entregué una espada que fué de tus abuelos.

La lucha fue silenciosa, encarnizada, mortal. De sus peripecias conservo escaso recuerdo, pero que Dechard manejaba la espada tan bien como yo; mejor aún, porque conocía más tretas y golpes secretos, que le permitieron acosarme y hacerme retroceder hasta la reja que guardaba la entrada de la «Escala de JacobApareció en sus labios una sonrisa y su espada me atravesó el brazo izquierdo.

Sentóse cansado Corchuelo, y llegándose a él Sancho, le dijo: -Mía fe, señor bachiller, si vuesa merced toma mi consejo, de aquí adelante no ha de desafiar a nadie a esgrimir, sino a luchar o a tirar la barra, pues tiene edad y fuerzas para ello; que destos a quien llaman diestros he oído decir que meten una punta de una espada por el ojo de una aguja.

De aquí que las cualidades características, que se aducen para distinguir á las comedias de capa y espada, se funden tan sólo en razones externas, siendo falso que haya alguna esencial á la acción para hacerlo, y que, por ejemplo, se pueda usar del nombre de pieza de intriga, como equivalente á aquel otro español.

La llave de la librería andaba desde entonces por los cajones de la mesa, revuelta con impresos y cartas viejas, sin que nadie se acordase de ella. El espada no sentía la necesidad de leer.

En cambio, otras obras más recientes españolas, como la Diana de Montemayor, El Español Gerardo de Céspedes, las novelas de Lope y de Montalbán y en general todas nuestras comedias de capa y espada nos hacen pensar que estamos contemplando un mundo diferente, que entre el modo de vivir, de pensar y de sentir de aquellos hombres y el nuestro media un abismo. ¿Qué significa esto?

Montó en cólera don Rodrigo por aquella que reputaba gravísima ofensa y aunque allí le detuvieran por el pronto las damas, salió de la casa jurando y perjurando que había de matar al conde en venganza de lo de la espada.