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No podía achacar este cambio de humor a una decepción sufrida por Maud. No; eso no. Lo afirmaba él, orgulloso de su poderío varonil.

Hay el honor del soldado, el honor del tendero y el honor del noble que no me permite ser el abuelo del pequeño Gómez. ¡Ah! ¡el señor de Villanera pretende legitimar a sus bastardos! Eso es Luis XIV puro, pero nosotros no estamos aliados a la familia Saint-Simon. ¡Cincuenta mil francos de renta!

Una de las ninfas o de las sílfides que con ella bailaba decíala en voz baja: Oye, querida: fíjate en la orquesta, a la derecha; ¡observa cómo me mira! ¿Quién? Ese guapo joven que viste chaleco de cachemir. ¿Y qué significa eso? Que está enamorado de . ¡Enamorado! exclamaba Judit. Está claro; ¿de qué te asombras? ¿Acaso no tienes algún amorcillo? ¡Dios mío! yo no. ¡Tiene gracia!

Ya ves, Leto le decía muy regocijado su padre, y por lo bajo para que no se enteraran de la conversación las gentes que volvían de la Glorieta , cómo el león no es tan fiero como le pintan. Muchas veces nos alucinamos... eso es... nos ofuscamos, por ver y juzgar de lejos las cosas. Y a ti, ¡caray! te ha pasado mucho de eso.

Cuanto á eso, repuso Tristán, no me pesa haber perdido, pues hace una hora resolví irme con vos, que me placen vuestro talante y la vida de soldado, para la que me creo nacido. Sin embargo, hubiera querido daros una costalada y ganarme el cobertor de pluma.

EVARISTA. Ronda y divaga el fundador, rezando por y por la pobre pecadora, implorando el descanso de ella, el descanso suyo. PANTOJA. ¡Oh! ... Allí reposarán también mis pobres huesos. PANTOJA. ¿Duda usted todavía de que mis fines son elevados, de que no me mueve ninguna pasión insana? EVARISTA. ¿Cómo he de dudar eso? PANTOJA. Pues si mi plan le parece hermoso, ¿por qué no me auxilia?

«Ya le dijo al fin , que estarás todo el día en la fuentecilla del Duque de Alba . Si se me olvida algo, iré a preguntártelo, y a que me enseñes la oración. Eso que me ha de costar trabajo aprenderlo, sobre todo si no me lo pones en lengua cristiana, que lo que es en la tuya, hijo de mi alma, no cómo voy a componerme para no equivocarme. Si quivoquiar ti, Rey no vinier».

Es un hombre muy espiritual, un joven muy Fashionable y un bravo militar. ¿Qué estáis diciendo, señorita? preguntó el general, que absorto escuchaba la conversación de los dos jóvenes de buen tono. Digo, señor, que vuestro sobrino es un bravo oficial. ¿Y qué queréis decir con eso?

¡Los conozco! exclamó aquí la joven sin poderse contener; y añadió a la pintura, a grandes rasgos, de los jardines del otro, algunos detalles de los del suyo. ¡Eso mismo! dijo el pintor idealista; y en el acto preguntó a Luz que de qué los conocía; y Luz tuvo que responder que también ella había vivido mucho tiempo en un mundo de aquella traza.

No pienso que sea una cosa mala, a pesar de los sentimientos regionales que se oponen a eso, porque necesitamos una lengua común que permita favorecer la comunicación a nivel internacional. Dicho esto, no comparto la idea pesimista según la cual las otras lenguas solamente tendrían que someterse a la lengua dominante. Al contrario.