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Don José era un señor excelente, que no hacía más que cuidar de su hacienda, jugar á la malilla en la reunión de la botica y dar gusto á Doña Antonia. Esta señora tenía una pasta de las mejores: cuidaba de la casa con esmero, cosía y bordaba.

Calderón, al parecer, ha consagrado un esmero particular á esta comedia; el último arreglo, con el título de El mayor monstruo los celos, es una reforma completa de la más antigua.

Allí todo indica gusto y esmero en el cultivo, adelanto y perfeccion en los métodos de labor, y bienestar en la clase média que posee quintas ó casas campestres, y entre los agricultores.

Comió poco y no habló nada, porque tampoco le hablaron a él. Por la tardé se vistió con gran esmero, y salió decidido a visitar a la amable señora para confiarla sus cuitas. Y andando, andando, cuanto más andaba más remolón se iba haciendo; porque según oreaba los propósitos con el aire de la calle, menos cuerdos le parecían.

Contiene una colección de noticias bibliográficas, hechas con esmero, atendiendo á los medios auxiliares entonces existentes. Martínez de la Rosa, Sobre la comedia española, como apéndice á la Poética, en sus Obras literarias: París, 1827, tomo II. La Beaumelle, escrito con cuidado, y que me ha servido, de índole esencialmente biográfica. El de Calderón vale menos.

El P. Enrique se instaló muy cómoda y holgadamente en casa de los Marqueses de Villafría, donde Tomás se ofreció para cuidarle; pero el P. Enrique traía consigo un criado chino, llamado Ramón, que le cuidaba con el mayor esmero. Vida del Padre en el lugar

Es que allí existía, guardado con singular esmero, un traje que Elías le había comprado algunos años antes, cuando era menos adusto y gruñón.

En todas ellas una portada magnífica de mármol ó rico jaspe, trabajada con esmero; un zaguán que parece la antesala de una suntuosa habitación, con el pavimento y los muros de mármol, el techo estucado y la puerta interior de soberbios cristales con labrados de arabescos y bellos colores. La puerta está siempre abierta durante el dia.

Su facha denunciaba su profesión militar y su natural hidalgo; tenía bigote blanco y marcial arrogancia, continente reposado, ojos vivos, sonrisa entre picaresca y bondadosa; vestía con mucho esmero y limpieza, y su palabra era sumamente instructiva, porque había viajado y servido en Cuba y en Filipinas; había tenido muchas aventuras y visto muchas y muy extrañas cosas.

En la serie de ciudades que visitamos desde Ginebra hasta Schaffhousen, pasando por Losana, Neuchâtel, Friburgo, Berna, Lucerna, Altorf, Zug y Zuric, y desde San-Gall hasta Basilea, hemos visto, no obstante la alternacion en que se hallan esas ciudades, por razón de sus creencias religiosas, esta diferencia: en Ginebra, Losana, Neuchâtel, Berna, Zuric, San-Gall, Basilea y Schaffhousen, ciudades protestantes, decencia, pulcritud y esmero en todas las cosas públicas; en Friburgo, Lucerna, Altorf y Zug, desaseo, incuria en las masas y las calles, ausencia ó escasez de gusto.