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Es estos coloquios iban don Quijote y su escudero, cuando vio don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda; y, en viéndola, se volvió a Sancho y le dijo:

Escupía Sancho a menudo, al parecer, un cierto género de saliva pegajosa y algo seca; lo cual visto y notado por el caritativo bosqueril escudero, dijo: -Paréceme que de lo que hemos hablado se nos pegan al paladar las lenguas; pero yo traigo un despegador pendiente del arzón de mi caballo, que es tal como bueno.

Sobre la grupa de su caballo veíase un saco que contenía, entre otras cosas, los cinco mil ducados que pagara por su rescate Don Diego de Álvarez. Inútil es decir que era el jinete nuestro jovial amigo Tristán de Horla, elevado recientemente á la dignidad de escudero de Sir Roger de Clinton, señor de Munster, á cuyo lado cabalgaba en aquel momento.

Pero, dejando esto del gobierno en las manos de Dios, que me eche a las partes donde más de se sirva, digo, señor bachiller Sansón Carrasco, que infinitamente me ha dado gusto que el autor de la historia haya hablado de de manera que no enfadan las cosas que de se cuentan; que a fe de buen escudero que si hubiera dicho de cosas que no fueran muy de cristiano viejo, como soy, que nos habían de oír los sordos.

Hubiérase dicho que la ciudad se hacía toda armoniosa, metálica, vibrante, y resonaba como un solo bronce, en el transporte de su plegaria. Doña Guiomar, dejándose caer de hinojos, entonó en alta voz las palabras del Angelus. Todos, imitando su movimiento, se dispusieron a responder. El escudero balbuceó las avemarías alzando el rostro y juntando las palmas como los niños.

-Y, dígame vuestra merced, señor don Álvaro, ¿parezco yo en algo a ese tal don Quijote que vuestra merced dice? -No, por cierto -respondió el huésped-: en ninguna manera. -Y ese don Quijote -dijo el nuestro-, ¿traía consigo a un escudero llamado Sancho Panza? - traía -respondió don Álvaro-; y, aunque tenía fama de muy gracioso, nunca le decir gracia que la tuviese.

Sancho fue a do estaba la bacía y la trujo; y, así como don Quijote la vio, la tomó en las manos y dijo: -Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden de caballería que profeso que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin haber añadido en él ni quitado cosa alguna.

Su esposa, que entraba también en el comedor cuando Tristán, formaba con él raro contraste; delgada, ojos inquietos, rostro afilado, movimientos espasmódicos. ¿Han llegado los niños, Eugenia? preguntó Escudero . Buenos días, Tristán. ¿Qué tal de excursión? ¿Han quedado todos buenos? La señora respondió que los niños acababan de llegar.

Llegó, en esto, adonde los cuatro estaban un hermano de una de las dos pastoras, vestido asimismo de pastor, con la riqueza y galas que a las de las zagalas correspondía; contáronle ellas que el que con ellas estaba era el valeroso don Quijote de la Mancha, y el otro, su escudero Sancho, de quien tenía él ya noticia, por haber leído su historia.

35 Hesrai del Carmelo, Paarai de Arbi; 36 Igal hijo de Natán de Soba, Bani de Gadi; 37 Selec de Amón, Naharai de Beerot, escudero de Joab hijo de Sarvia; 38 Ira de Itri, Gareb de Itri; 39 Urías heteo. Entre todos treinta y siete. 1 Y volvió el furor del SE