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Harto trabajamos Gabriel y yo junto al puente de Herrumblar dijo D. Diego . Verdaderamente, señora madre, si no es por nosotros... Ello fue que hicimos un movimiento con nuestro escuadrón en tales términos que... ¿te acuerdas, Gabriel? Francamente, si no es por nosotros... Calla, vanidoso dijo doña María . Más ha hecho el señor que y no se alaba de ello.

Después de haberse todos confesado, y recibido el Sacramento de la Eucharastia, hicieron un solo escuadron de su infantería, y la caballería dividida igualmente en dos tropas á cada lado del escuadron la suya, y otro escuadron dejaron en la retaguarda para socorrer á donde la necesidad le llamase.

Por una rara asociación de ideas, aquel cuadro campestre evocó a los ojos de la joven la vuelta del escuadrón después del ejercicio de la mañana. Las trompetas la llamaban, y ella corría alegre y presurosa a saludar al guapo oficial, que era su padre, y cuyo caballo negro se paraba bajo el balcón, para que ella respondiese al saludo de «papá».

Don Quijote, que los vio puestos en tan gallardo escuadrón, los brazos levantados con ademán de despedir poderosamente las piedras, detuvo las riendas a Rocinante y púsose a pensar de qué modo los acometería con menos peligro de su persona.

Dióle las señas de éste como pudo; y los expedicionarios tuvieron que desandar parte de lo andado, trepar por un escarpado, y subir a la meseta de una montaña, donde hallaron al Mayorazgo presidiendo la roturación de un gran terreno que acababa de adquirir en aquellas alturas. Era hombre joven todavía y de rostro desengañado. No mostró gran curiosidad al verse acometido por el pequeño escuadrón.

Bajó del recuesto y acercóse al escuadrón, tanto, que distintamente vio las banderas, juzgó de las colores y notó las empresas que en ellas traían, especialmente una que en un estandarte o jirón de raso blanco venía, en el cual estaba pintado muy al vivo un asno como un pequeño sardesco, la cabeza levantada, la boca abierta y la lengua de fuera, en acto y postura como si estuviera rebuznando; alrededor dél estaban escritos de letras grandes estos dos versos: No rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde.

13 Pero los del escuadrón que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la guerra, se derramaron sobre las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón, e hirieron de ellos tres mil, y tomaron un grande despojo.

Al mismo tiempo un escuadrón de caballería bajaba por la calle del Conde-Duque, y un batallón de nacionales avanzaba por la del Portillo, impidiendo la salida de los amotinados. Hubo luchas parciales; pero, no obstante, la dispersión del pueblo fué completa, desde que los del portal, recibidos por una descarga, retrocedieron hacia la plaza.

Accedió el general a la demanda del comandante del segundo; pero un coronel halló que le quitaban el mejor cuerpo, el general López, que se comprometían al principio las tropas de élite que debían formar la reserva, según todas las reglas, y el general en jefe, no teniendo suficiente autoridad para acallar estos clamores, mandó a la reserva al escuadrón invencible y al insigne cargador que lo mandaba.

Ningun soldado gime, Pero dolor sublime Las frentes inundó; Mas él del hondo seno Lanzaba voz de trueno: «Soldados, al cañon!» Y el Escuadron valiente A la batalla ardiente Con furia se lanzó, Y en la garganta estrecha Y encima de la mecha Su gefe le miró. Y su bandera viendo