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Al fin lloraba con tan deshecho llanto como si en aquel momento y con aquellas lágrimas se desahogaran los dolores de toda su vida, desde el incidente del pajarito en casa de la madre Angustias hasta la escena de la expulsión en casa de las Porreñas. El joven no quiso menoscabar con una palabra más la elocuencia de aquellas lágrimas.

Fue menester que Rafaela se retirase a su casa a media función, sin contribuir al triunfo de la famosa cantarina y sin presenciarle. Sólo el vizconde, testigo de aquella escena, pudo comprender sus causas y explicar su significado. Don Joaquín no volvió a servirse del bastón, porque Rafaela le dijo que el verle le hacía daño. En efecto; Rafaela era una criatura muy singular.

Al desprenderse de , clavó la vista durante un buen rato en el crucifijo que estaba colgado sobre el testero de su cama. Se había descubierto la cabeza para eso, y yo, por respeto a lo que debía de estarse tratando en aquella escena sin palabras, me descubrí también.

Conocía la duquesa a mi padre de los años mozos, y, sobre todo, por referencias epistolares de su hermano; de suerte que la escena no le cogía de nuevas. ¡Qué gran señora!

En bastantes capítulos del libro apenas se le nombra: a veces se presume pero no se asegura que sale a la escena. Quien está siempre en ella presente y activo es el rey D. Felipe. El libro del Sr.

Con otra escena tan natural y sencilla como la representada en las Hilanderas creó Velázquez una maravilla mayor: Las Meninas . El origen y momento, si así puede decirse, del cuadro es fácil de reconstruir.

Entonces la mentira que había dicho a su marido convirtiose en realidad. Antes de verle sin dinero en el bolsillo se arriesgó heroicamente a pedírselo a su madre. Fue una escena baja, sórdida, repugnante. Carlota sufrió con valor los sarcasmos de su madre y venció a fuerza de paciencia y tenacidad sus repetidas negativas.

No se ve la escena, porque lo impide el humo de la cocina que sale á borbotones por el balconcillo, conductor único que para él hay en la casa. La mujer del tío Bolina está clavando unas rabas de pulpo en la pared de su balcón, para que se oreen.

Es difícil imaginar nada más poético que la descripción del Príncipe, criado en la soledad, ignorante de su nacimiento, demostrando en la primera ocasión que se le presenta su ingénita y natural nobleza. ¡De qué belleza tan arrebatadora es la escena en que Focas encuentra á los dos jóvenes Heraclio y Leonido ante la cueva en que viven, en los montes, y les anuncia el primero que uno de ellos es de sangre real!

Vi primero el pueblo de Badillo, miserable como casi todos los de las orillas del bajo Magdalena; despues el caserío lamentable de Las-Pailas, donde el sol devora y las serpientes abundan como las hormigas; mas abajo la Bodega del vecino distrito de Puerto-nacional, el sitio mas ardiente de todo el Magdalena, y por último, para completar el cuadro del dia, la aldea de Regidor, donde nos esperaba una singular escena de costumbres nacionales y de contrastes en extremo románticos.