United States or Montenegro ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mi cabeza no puede apreciar bien... Padezco de olvidos de nombres y cosas. ¿A qué llama usted una chuleta? añadió llevándose la mano a las erizadas crines, por donde se le escapaba la memoria y le entraba la electricidad . ¿Por ventura, lo que usted llama... no cómo, es un pedazo de carne con un rabito que es de hueso? Justo. Llamaré para que se la traigan. No se moleste, señora. Yo llamaré.

Asomóse entonces por la portezuela un sombrero de tres picos con plumas blancas erizadas, y luego un zapato de charol con hebilla de oro, y una pantorrilla bien rellena, calzada con media de seda blanca.

De lejos, los grupos parecían bandadas de grullas posadas sobre el hielo; pero de cerca se veía que eran hombres rudos, con las barbas erizadas como cerdas de jabalí, la mirada sombría, los hombros anchos y cuadrados y las manos callosas.

Eso no, madre gritó el Magistral perdiendo el aplomo, con las mejillas cárdenas y las puntas de acero, que tenía en las pupilas, erizadas como dispuestas a la defensa . ¡Eso no, madre! Yo los tengo a todos debajo del zapato, y los aplasto el día que quiero. Soy el más fuerte. Ellos, todos, todos, sin dejar uno, son unos estúpidos; ni mala intención saben tener.

Tal vez estas vueltas sin fin, durarán hasta que, separada la bellota de su cúpula, ya completamente impregnada de agua, descienda al fondo del pozo para disgregarse y convertirse en lodo. Con frecuencia suelen hallarse sobre las orillas del arroyo extrañas bolas erizadas de pinchos como castañas en el árbol todavía; son agrupaciones de espinas que se han aglomerado rodando por el remolino.

Llevaba una gorra de terciopelo rojo coquetamente ladeada, rico y bien ceñido traje y en la enguantada diestra un pequeño halcón, cuyas erizadas plumas acariciaba suavemente. Roger notó que la hermosa desconocida tenía todo un lado del vestido manchado de lodo.

Por lo pronto, sin embargo, no se le ocurría otra más ingeniosa manera de entrar en comunicación con las de don Braulio González. Pero ¿a cuál de ellas escribiría? ¿A la señora o a la señorita? Una y otra resolución estaban erizadas de gravísimos inconvenientes. Ninguna de las dos mujeres, valiéndonos de una expresión vulgar, le había dado pie para nada.

Eran construcciones monstruosas erizadas de cañones, acorazados de color verdoso ligeros avisos, buques mercantes de todas las banderas.

Para abarcar el conjunto de tal escena hay que imaginarse la refriega que tenía lugar en la meseta de las Mineras; los aullidos, los relinchos de los caballos, los gritos de ira, la huída de unos, arrojando las armas para correr más de prisa, el encarnizamiento de otros; más allá del barranco, las escalas, cubiertas de uniformes blancos y erizadas de bayonetas; los montañeses, situados en la rampa, defendiéndose desesperadamente; las vertientes de la ladera, el camino y, sobre todo, la parte baja de los parapetos, cubiertos de muertos y heridos; el tropel de enemigos, con el fusil al hombro, los oficiales en medio de ellos, apresurándose por seguir el movimiento; por último, Materne, de pie en la cima del talud, con la carabina en alto, cogida por el cañón, la boca abierta hasta las orejas, llamando a voz en grito a su hijo Frantz, que llegaba con el pelotón, precedido del señor Juan Claudio, para ayudar a la defensa.

Allí se ostentan en traje de batalla, bajo aquel temible arsenal ofensivo y defensivo, que llevan con tanta ligereza, sólidas pinzas, lanzas aceradas, mandíbulas capaces de partir el hierro, corazas erizadas de dardos, que basta que os abracen para causaros mil heridas. Es de agradecer á la Naturaleza que los ha creado de ese tamaño, pues á ser más grandes, ¿quién hubiera podido luchar con ellos?