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Entraban con las manos vacías y surgían cargados de muebles y ropas. Otros, desde los pisos superiores, arrojaban objetos, acompañando sus envíos con bromas y carcajadas. De pronto tenían que salir huyendo. El incendio estallaba instantáneamente, con la violencia y la rapidez de una explosión. Seguía los pasos de un grupo de hombres que llevaban cajones y cilindros de metal.

Su apoderado quería reunir dinero, y falto de los envíos de Rusia, realizaba todo lo que él poseía en Occidente: créditos á su favor, adelantos hechos á sus protegidos, fianzas en depósito, hasta los préstamos de la princesa, que, según disposición suya, sólo debían exigirse en caso de ineludible necesidad. El estrujamiento general impuesto por las circunstancias había alcanzado á Alicia.

Mi dicha está, sin embargo, un poco empañada por el aspecto frío de la abuela, cada vez más disgustada por las ideas de su nieta; así es que no me atrevo a hablar de este asunto espinoso y mi alegría es silenciosa. La de Ribert, que es la bondad misma, ha venido con Genoveva para darme lectura de los primeros envíos.

El recuerdo del duque la hizo sonreir con una bondad melancólica. Te advierto que no lo olvido. Todo lo que me sobra de los envíos á Jorge lo meto en un paquete vía Ginebra. «Para el teniente coronel Delille.» ¡Ay! Este que llega. ¡Pobre viejo!

Abominaba de los revolucionarios, con el miedo instintivo de todos los ricos que han creado su fortuna y recuerdan la modestia de su origen. El socialismo de Tchernoff y su nacionalidad habrían provocado forzosamente en su pensamiento una serie de imágenes horripilantes: bombas, puñaladas, justas expiaciones en la horca, envíos á Siberia.

Así es. ¿En qué otra cosa puedo yo trabajar?... Lo único que me apesadumbra es la dirección de estos envíos. «Para el aviador Bachellery, prisionero en AlemaniaNo más, ¡y son tantos los prisioneros! Casi todos mis envíos deben perderse; pero alguno llegará á sus manos. ¿No crees que alguno llegará? Miguel acogió esta pregunta ansiosa con un vago gesto de conformidad.

Y cuando, después de emocionantes fluctuaciones creciendo algunas veces su capital, como si fueran á realizarse sus esperanzas , acababa por perderlo todo, Lewis volvía á su refugio de la cumbre, llevando una existencia de cenobita, en espera de nuevos envíos, cada vez más espaciados y trabajosos.

Su tío le había impuesto la obligación de seguir una carrera, y mientras aquél vivió, se había resignado a llevar la vida de estudiante, ajustándose a los estrechos envíos de dinero y ampliándolos con préstamos feroces, por los que firmaba a ojos cerrados cuantos papeles querían presentarle los usureros.

Donde los más poderosos navíos, naufragaban, aquella barcaza ruda y pesada, navegando a la ventura del instinto, no sufría el menor perjuicio. Sus envíos llegaban siempre con prodigiosa oportunidad. La rica naranja de otros comerciantes, cuidadosamente escogida, llegaba a Liverpool o Londres cuando los mercados estaban atestados y bajaban los precios escandalosamente.

Otras veces recibía regalos del cazador, que continuaba sus hazañas en el otro hemisferio del planeta: colmillos de elefante, astas de antílopes rarísimos, pieles de animales gigantescos. Y Mina, que admiraba estos envíos en el primer instante, acababa por despreciarlos al recordar á James.