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Un malestar inexplicable que a veces tomaba formas como de entusiasmo, a veces como de abatimiento letal, actuaba sin cesar dentro de él, absorbiendo todas sus fuerzas y pensamiento. Repitiole el ataque epiléptico, y cuando le pasó, disparataba cual si hubiera perdido la razón. Durmió luego profundamente; levantose alegre, salió, y dirigiéndose al Rastro detúvose en un puesto a comprar algo.

En Roma se encontraba cuando el saqueo de la ciudad en 1527 por las tropas de Borbón, y de allí se trasladó á Pisa, volviendo después á la ciudad de los césares, en donde trabajó con verdadero entusiasmo y afán, estudiando las maravillas artísticas. En Italia ha escrito un autor Luís de Vargas «se encontró con un arte exhumado, con un mundo desenterrado.

Yo le encuentro guapo declaró la joven con entusiasmo. ¿Habrá que decírselo? La joven se echó a reír y dijo con más seriedad: La verdad es que la edad no importa en la cuestión. Hay octogenarios sin bagajes, y Mozart y Bonaparte eran ya viejos de gloria a los treinta años. ¡Ay! señorita, ¿hay que ser Mozart o Bonaparte para encontrar gracia con usted?

Y por una de esas excentricidades aparentes de los pueblos, que no carecen jamas de explicacion, aquella ciudad, que es un emporio de riqueza y que vive en las faenas de un gran movimiento industrial y comercial, revela una inclinacion decidida por las bellas artes, cultiva ese gusto con esmero y entusiasmo, y posee monumentos de todo género que pueden enorgullecerla por mas de un motivo.

Miguel, en su silencioso entusiasmo, enumera lo que acaba de hacer por la humanidad este gran pueblo, tenido hasta poco antes por egoísta y positivo, y que se presenta como el más romántico y generoso.

Todos los té-tangos de los Campos Elíseos vieron á la duquesa de Delille bailando con su nuevo capricho amoroso. Y yo, Miguel, te lo confieso, me enorgullecía con este error. Continué siendo la hermosa Alicia, rejuvenecida por la fidelidad de un adolescente que la acompañaba á todas partes con el entusiasmo del primer amor. Me parecía esto preferible al papel resignado y pasivo de madre.

Cuando la intentona armada de don César, ella fue quien bordó el estandarte y los corazones de franela que los defensores de la fe llevaban cosidos al chaleco. Los conspiradores sentían hacia ella grandísimo respeto por la fama de santidad de que gozaba, y le profesaban profundo cariño por el entusiasmo con que había abrazado su causa.

Su apoderado, gran amigo del marqués de Moraima y relacionado con lo mejor de Sevilla, le había hablado algunas veces de doña Sol. Después de una ausencia de años, había vuelto a Sevilla pocos meses antes, provocando el entusiasmo de la gente joven.

Prima... ¡por Dios! exclamó Pablo con entusiasmo candoroso ¿por qué eres tan bonita?... Mi padre es muy razonable... no se puede oponer nada a su lógica ni a su bondad.... Florentina, yo creí que no podía quererte; yo creí posible querer a otra más que a ti.... ¡Qué necedad!

Después eran gañanes, trabajaban la tierra, entregándose a la faena con el entusiasmo de la juventud, con la necesidad de movimiento y el alarde fanfarrón de fuerza, propios del exceso de vida. Derrochaban su vigor con una generosidad que aprovechaban los amos. Estos preferían siempre para sus labores la inexperiencia de los mozos y de las muchachas.