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Cerró la noche, y se acostó Memnon sobre un monton de paja, cerca de las paredes de su casa: entróle calentura, se aletargó con la fuerza de ella, y se le apareció en sueños un espíritu celestial; el qual era resplandeciente como el Sol, y tenia seis hermosas alas, pero sin piés, ni cabeza, ni cola, y no se parecia á cosa ninguna. ¿Quién eres? le dixo Memnon. Tu genio bueno, le respondió.

Oye, Montiño: si te vuelves á permitir burlas conmigo, te doy una paliza, ¿me entiendes? El cocinero mayor se acobardó. Y si te niegas á servir á Dorotea te llevo á la horca. Entróle pavor á Montiño. ¿Pero en qué hay que servir á Dorotea? Puede suceder que Dorotea quiera matar á alguien. ¿Y se valdrá de ? Ya lo creo; en tu casa no es ya nuevo el veneno.

Yo, por ejemplo... verbigracia, yo». Entrole una risa convulsiva. «¿Y de qué te ríes, pánfila? se dijo a misma . Más honrada eres que el sol, porque no has querido ni quieres más que a uno. ¿Pero estas... estas?... Ja ja ja. Cada trimestre hombre nuevo, y virtuosa me soy. ¿Por qué?

De travieso y alborotado volviose tan juiciosillo, que al mismo Zalamero daba quince y raya. Entrole la comezón de cumplir religiosamente sus deberes escolásticos y aun de instruirse por su cuenta con lecturas sin tasa y con ejercicios de controversia y palique declamatorio entre amiguitos.

Largó, pues, el saetazo de protesta; respondieron las otras con las respectivas puñaladas; comenzó a reír la madre sin ton ni son; entrole miedo a Nieves; miró a su padre que la comprendió enseguida; despidiéronse con la mayor prudencia posible, y sin saber, afortunadamente, de qué se trataba, salieron de la visita, oyendo desde el portal no obstante la batahola de aletazos y cacareos del averío al dispersarse temeroso , la que quedaba armada arriba entre las cuatro mujeres.

Entrole entonces una de aquellas rabietinas que de tarde en tarde turbaban la placidez de su alma, y sus ojos, iluminados por aquel rencorcillo, querían interpretar en el rostro inocente del niño las aborrecidas y culpables bellezas de la madre. Habló, y su metal de voz había cambiado completamente.

Pero después de aquella sacudida que el amor le dio, entrole tal gusto por las grandes creaciones literarias, que se embebecía leyéndolas. Devoró el Fausto y los poemas de Heine, con la particularidad de que la lengua francesa, que antes le estorbaba, se le hizo pronto fácil. En fin, que mi hombre había pasado una gran crisis. El cataclismo amoroso varió su configuración interna.

No veía a Baltasar desde la disputa en el merendero, y entrole, de pronto, deseo invencible de hablar con él, para suplicar o para increpar, ella misma no sabía para qué; pero, en suma, para desfogar, para romper aquella horrible monotonía del tiempo que pasaba inalterable. Enviole el mensaje por Ana. Baltasar respondió: «Ya iré».

Entrole Papitos el chocolate, y, la verdad, no pudo pasarlo, porque se le había puesto en el epigastrio la tirantez angustiosa, síntoma infalible de todas las situaciones apuradas, lo mismo por causa de exámenes que por otro temor o sobresalto cualquiera. Estaba lívido, y la señora debió de sentir lástima cuando le vio entrar en su gabinete, como el criminal que entra en la sala de juicio.

Las inequívocas adivinaciones del corazón humano decíanle que la desagradable historia del Pitusín era cierta. Hay cosas que forzosamente son ciertas, sobre todo siendo cosas malas. ¡Entrole de improviso a la pobrecita esposa una rabia...! Era como la cólera de las palomas cuando se ponen a pelear.