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La gente pobre que no se acordaba de la casa de Dios, encontraba en su miseria el dinero necesario para que el pariente marchase á la fosa escoltado por la burra de don Facundo y mecido en su ataúd por el vozarrón del cura. Había días en que acompañaba cinco entierros en los lugares más lejanos de la parroquia; asunto de leguas.

Y para mayor deshonra y ludibrio, ahora se le niega honrada y cristiana sepultura, y habrá que enterrarle en los escombros, allá, detrás de la tapia nueva, en aquel estercolero que dedican a los entierros civiles esos infames.... ¡Muerto de hambre y enterrado como un perro! exclamó el maestro de escuela perseguido por sus ideas. ¡Oh, hay que protestar muy alto!

En las tabernas de Cebre, el día de la feria, se oía hablar de libertad de cultos, de derechos individuales, de abolición de quintas, de federación, de plebiscito-pronunciación no garantizada, por supuesto . Los curas, al terminar las funciones, entierros y misas solemnes, se demoraban en el atrio, discutiendo con calor algunos síntomas recientes y elocuentísimos, la primer salida de aquellos famosos cuatro sacristanes, y otras menudencias.

Las mujeres protestaban vociferando de las órdenes de la policía. Eso es: debemos marchar por las rondas, como los ganados que van de paso... Los pobres a la cuadra. Por las calles de Madrid no puen pasar otros entierros que los de los señores que mueren de hartazgo o malos vicios. Son para los otomóviles y los carruajes con tronco.

La última que enterraron fue mi protectora, y antes de que trajesen su cadáver habían pasado muchos años sin entierros... Esto es muy bonito: hace pensar en el amor más que en la muerte. Contemplaba la joven desde el parterre todo el frente del cementerio: dos pabellones color de rosa unidos por una doble columnata del mismo tinte alegre.

Los entierros se hacen en la iglesia ó en el cementerio según el ritual romano, con la pompa correspondiente. Antes del entierro se juntan todos los parientes del difunto, y no cesan de llorar y relatar su vida hasta que lo llevan á enterrar. Al cuarto día del entierro se juntan otra vez en la misma casa cantan el rosario, y suelen pasar allí toda la noche.

Los entierros de adultos y párvulos hacen los curas de mañana, después de acabada la misa, o a la tarde, antes o después del rosario, para que asista la música y toda o la mayor parte de la gente del pueblo.

Al leer esto el licenciado Sarmiento, le bailaron los ojos de alegría. Porque el licenciado Sarmiento era alcalde en cuerpo y en alma, y se alegraba de los delitos, como los médicos se alegran de las enfermedades, los clérigos de los entierros, y los sepultureros de los muertos. La alegría le hizo detenerse un momento, y luego prosiguió: «Un hombre ha sido asesinado á traición.

Pues así como suena. ¡No faltaba más que deslucir la procesión eliminando de ella a la llorona! El sagaz arzobispo se sonrió y, acatando la voluntad del pueblo, mandó que siguiese su curso la procesión; pero en el año siguiente prohibió con toda entereza a los mercedarios semejante profanación. En cuanto a las plañidoras de entierros, ellas pelecharon por algunos años más.