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Al otro día recibimos una carta en la que decía, que no del todo repuesto después de un ataque de gota, le era imposible trasladarse al Zarzal y le rogaba al cura que me condujera algunos días más tarde a C *, pues esperaba, en ese entonces, estar tan aliviado como para ir a recibirme allí. Mi tía fue enterrada sin lujo ni pompa.

Lo que pedía era imposible y el arzobispo mandó entonces construir la cueva que ustedes habrán visto tapiada y adornada á su entrada por encajes de enredaderas. Allí vivió y murió y allí fué enterrada y cuenta la tradicion que doña Jerónima era tan gruesa que para entrar tenía que perfilarse.

No acierto á ponderar á V. los prodigios de astucia, los portentos de habilidad, aunque esté mal que yo me alabe, que he tenido que hacer para ganarme un poco la voluntad y la confianza de Doña Blanca y lograr que su hija se trate conmigo y salga á veces en mi compañía. Si no fuera por , Clara estaría como enterrada en vida, entre cuatro paredes. No cómo ha podido entenderse con D. Carlos.

No: Fidel no buscará á la emparedada; ni, si la buscara, la encontraría; ni, si la encontrase por acaso, la Francesca del reino de Granada sería tan melodramática como la de Rimini. El recato de Amparo llega hasta el martirio. ¡Ha aceptado el cáliz de amargura, y no hay miedo de que aparte de él sus ojos ni sus labios! Fidel no lo ignora: Amparo está enterrada en vida.

Pero cuál no sería la admiración de aquellos piadosos montañeses al ver al día siguiente en el altar la imagen enterrada la víspera, y vacía su sepultura, sin hallar rastro ni huella por ninguna parte del mundo de la imagen nueva. Con este milagro patente se hizo más extensa y fervorosa la devoción a la Virgen resucitada, y en este grado, o muy poco menos, se ha conservado hasta la fecha.

Pero, ¿no oyes, como yo, pitos confusos y alejados, un rumor que viene a extinguirse en nuestros oídos? ¡Por el disco de oro del sol! ¡es esa innoble multitud de Santa María a quien mi nombre ha aterrado! Por lo menos he visto a esa monja por segunda vez. ¡Qué hermosa es! ¡y mañana enterrada para siempre en el convento de Santa María! ¡Qué crimen!... ¡y no se la robaré a Dios!

Lea no respondió. ¡Sin duda te han asegurado la impunidad! ¿Pero cómo es eso posible? Lea Peralli viva supone Juana Baud enterrada. Y si es Lea quien la mató, no fué Jacobo de Freneuse. ¿De qué modo, por qué prodigio se establecerá la inocencia del uno y se salvará al mismo tiempo á la otra? Lea respondió con acento dolorido: ¿Y quién permite á usted creer que yo quiero salvarme?

Pasarán los años, y si llegan á encontrarse se desconocerán, lo mismo que se desconocen la viga de una dorada techumbre y su hermana la viga que se pisa enterrada en un pavimento. Sorprendo en otra casa á una muger meditando con el Koran en la mano el modo de cometer un delito para obtener la atalca de su marido. ¿Qué estás pensando en este recóndito y solitario paráge, atrevida cordobesa?

Aquí quedé como enterrada, puesto que el mago que me servia cuidó de que nada me faltase. Al rayar el dia, entró en mi quarto el boticario de su magestad con una pócima de beleño, opio, cicuta, eléboro negro, y anapelo; y otro oficial se encaminó á vuestra casa con un cordon de seda azul; nias no halláron á nadie.

La luna extendía por sobre el paisaje una luz mortuoria, de tumba; las paredes blanqueadas parecían lápidas sepulcrales; el silencio y la inmovilidad de la muerte estaban en el agua, en la tierra, en el cielo, en todo. Eran ya dos las sepulturas delante de las cuales iría a arrodillarse, o en las cuales su mano iría a depositar coronas. Pero ella no había sido aún enterrada.