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Yo seguía un procedimiento semejante para que se enterara ella de que no la echaba en olvido un solo momento; y así fomentaba y tenía en incesante cultivo este delicado fruto de mi transcendental evolución, dentro de los límites que yo me había trazado para eso.

«¡Qué hermoso palacio, Dios de mi vida! ¡Cuánto habrá costado todo aquello! ¡Pensar que es mío por la Naturaleza, por la ley, por Dios y por los hombres, y que no puedo poseerlo!... Esto me vuelve loca. Dios no quiere protegerme, o quiere atormentarme para que aprecie después mejor el bien que me destina. Si así no fuera, Dios hubiera hecho que yo me enterara de que la marquesa estaba en Madrid.

Y esta noche, juerga... la más gorda de la temporada: hasta que salga el sol. Quiero que esas muchachas, al irse a la sierra, vayan contentas y se acuerden del señorito... Y traeré tocaores para que le descansen a usté, y cantaoras para que Mariquita no haga todo el gasto... ¿Que no quiere usted mujeres de esas en Marchamalo? ¡Si mi primo no se enterará!... Bueno: no vendrán.

He venido yo en persona para tranquilizarle... No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará. ¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan? Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No se asuste usted. No me asusto, señor juez.

No pude dormir en toda la noche. Realmente yo no estaba enamorado, porque discurría fríamente, con tranquilidad completa. Veía que me jugaba mi porvenir. Mis relaciones con Dolores se averiguarían en seguida, por muchas precauciones que tomáramos, y don Matías me echaría a la calle en cuanto se enterara.

También a ella se la había ocurrido alguna vez que podía no ser verdad todo lo que él la decía «al auto de aquellos particulares»; pero ¿y qué?... Si lo que la acongojaba no era eso, sino el temor al ruido y al escándalo; a que el lugar se enterara del caso, y después don Celso y, sobre todo, su hija, ¡Oh, esto nunca!... ¡Tapar, tapar y no más que tapar!... Por ello, la vida suya y cien vidas y mil vidas; el suplicio en cruz, en la lumbre de un horno; descuartizada viva... enterrada en salud, entre sapos y serpientes.

Si hace la mar de tiempo que tronaron. A poco de las trapisondas de marras... Desde entonces su cuñada de usted ha vivido apartada del bullicio, llorando sus faltas y comiéndose los ahorros que tenía, hasta que han venido los apuros. Ha sido una casualidad que yo me enterara. Verá usted... me la encontré hace días... contome sus cuitas... Me dio mucha pena.

Quizás el autor habrá hecho también un estudio detenido sobre la catapulta, considerándola como punto de origen del mortero del 42. Y entonces, toda una generación de alemanes se calará las gafas, se pasará las noches en claro estudiando y se enterará exactamente de lo que le ha ocurrido a su patria desde el 1914 al 1918.

Perdone usted le dijo al mismo tiempo , si esto tiene algún valor especial... Yo no lo sabía. ¡Qué ha de tener! exclamó Leto, sin saber lo que se decía . Eso es un clavel... Ya lo veo interrumpió Nieves, como si no se enterara de la turbación del otro ; y rojo... y doble.

Pero si esto interesa á usted, hay una persona que le enterará exactamente: ¿Quién? El agente de teatros Juan Campistrón; es el que recluta las compañías y conoce todo el personal, hasta el que no trata con él. ¿Dónde vive ese agente? ¿Campistrón? Calle de Lauery, 17. Pero todo el mundo lo conoce.