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Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritería. Todo peñasco en uso de sus extremidades abdominales salió del domicilio en aquella sazón, para regocijar la vista con el espectáculo de la bella comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un hombrecillo enteco, pálido, de ojos hundidos.

La gimnasia, la esgrima, la equitación, la caza, debían haber endurecido aquel organismo que la Naturaleza hiciera endeble, enteco casi. La estatura era corta; los miembros delicados y femeniles; pero la musculatura, de acero.

No os asuste la cara de mi compañero, que como dijo Horacio, foenum habet in cornu; pero es más inofensivo de lo que parece. No rebuznes tan fuerte, Colás, repuso el otro, que era enteco y alto. Si á citar vamos á Horacio, recuerda aquello de loquaces si sapiat... ó como diríamos en buen inglés, huye de los charlatanes como de la peste.

Eso equivale a poner un changador fornido frente a un ser enteco y decir a éste: ¡imítalo!... levanta los pesos que aquél...

Cada ciencia, en cambio, se conforma con añascar enteco troje de fenomenillos homogéneos, y obstínase en no admitir que de fuera, aparte, por debajo y por encima de ellos, exista realidad alguna. La edad científica sigue a la edad teológica.

Un minuto después, presentose un hombrecillo enteco, con el sombrero en la mano, seguido de un lacayo de gran librea. Era M. Triquet, médico municipal de Parthenay. ¡Bien venido seáis, digno señor Triquet! Un ilustre notario de París precisa vuestros servicios con urgencia.

Hombre continuó diciéndome, mientras miraba de hito en hito cómo prendía la llama del fósforo en el pálido enteco y congelado de la vela , yo que , aprovecharía estas carceladas para leer tantos libracos como trajiste contigo, y responder a tantas cartas como recibes... Porque de no tienes que cuidarte para nada; para nada, ¡trastajo!

Jamás le he echado paja ni cebada al señor Lardizábal. Hombre, defendamos la soberanía de la nación. Si no tiene más enemigos que Lardizábal... Sopla, y vivo te lo doy... Mañana saldrá bueno nuestro <i>Duende</i>. Cuando sea diputado dijo uno que por lo enteco parecía sietemesino pediré que todos los frailes que hay en España sean destinados a dar vueltas a las norias para sacar agua.

Y la mocetona siguió tras él, sumisa como una oveja, formando rudo contraste aquella mujer grande, poderosa, de fuertes músculos, que parecía arrastrada por Teulaí, enteco, miserable y ruin, en el cual únicamente delataban el carácter los alfilerazos de extraña luz que despedían sus ojos. Marieta sabía de lo que era capaz. Hombres fuertes y valerosos habían caído vencidos por aquel mal bicho.

¡Es muy distinto, Lorenzo!... Y aun asimismo, a fuerza de ejercicio perseverante y metódico, el enteco puede llegar a imitar al changador; pero en cambio no me negarás que el hombre más sucio y desidioso de su persona puede reaccionar y ponerse, en una hora, a la altura del más higiénico y acicalado... ¿no es verdad?... todo es cuestión de jabón... ¡mucho jabón!... y agua en abundancia.