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En el eje de aquel túnel que empezaba en luz y se perdía en tinieblas, había una soga tirante, blanca, limpia. Era el trabajo del día y del momento. El cáñamo se retorcía con áspero gemir, enroscándose lentamente sobre mismo.

¿Pues, cómo he de tenerte? preguntó la mamá, riendo entre divertida e incomodada. Así dijo Carolina, y enroscándose pasó un brazo por el cuello de la señora de Galba y descansó la mejilla en su seno. De esta manera, ¿verdad? Acomodose nuevamente, acurrucose como un gatito, cerró los ojos y quedó dormida.

Me divisa al lejos, se maravilla al verme, detiene el paso, y enroscándose en mismo, se dijo: "¿Quién es aquel viento, el más débil de todos mis hermanos, que con su vuelo lánguido y perezoso se arriesgó a entrar hasta en mis estados hereditarios?"

Toda la mesa resplandecía de flores, luces, cristales y reflejos de oro; y, enroscándose entre las pirámides de frutos, mezclado en el humo de los platos, erraba en el aire un tedio inenarrable.

Cierto era, muy cierto, que Emma había amenazado ruina, que sus carnes se habían derretido entre desarreglos originados de sus malandanzas de madre frustrada, influencias nerviosas, aprensiones, seudohigiénicas medidas y cavilaciones, rabietas y falta de luz y de aire libre; pero también era verdad que no faltaba fibra al cuerpo eléctrico de aquella Euménide, que sus nervios se agarraban furiosos a la vida, enroscándose en ella, y que al cabo el estómago, llegando a asimilar las buenas carnes, y los buenos tragos produciendo sano influjo, habían dado eficacia al renaciente apetito, y la salud volvía a borbotones inundando aquel organismo intacto a pesar de tantas lacerías.

Los aviones arrojaban sus cables metálicos animados por una vida eléctrica, y éstos iban reptando sobre su cuerpo, enroscándose á todas las partes salientes en las que podían hacer presa sus anillos. En un instante se sintió prisionero é inmovilizado por este manojo de serpientes atmosféricas.

Apenas asomó la jeta, lo enganchó Barrabás, echándolo por alto, y después de bien zarandeao fue al rincón, como el otro, enroscándose y haciéndose el chiquito... Y aquel Barrabás, que era un guasón de mala sangre, se paseó, hizo sus necesidades sobre las dos fieras, y cuando los domadores las sacaron no tuvieron bastante con una espuerta de serrín, pues el mieo las había hecho sortar too lo que yevaban en el cuerpo.

Como haz de músculos y nervios la piedra enroscándose en la piedra trepaba a la altura, haciendo equilibrios de acróbata en el aire; y como prodigio de juegos malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz de hierro que acababa en pararrayos.

El desgraciado zorro seguía enroscándose y retorciéndose para salvar su cabeza, pero el fuego le tostaba el lomo cruelmente. Un hedor irresistible de pelo quemado se esparció por la atmósfera. El dolor arrancaba al pobre animal gritos cada vez más extraños y penetrantes que resonaban de un modo siniestro en el silencio de la pomarada.

Los circunstantes, que no se maravillaban menos de aquella taravilla que de las artes caninas del don Canique, mitad enfadados, mitad placenteros, rescataron por este o aquel ochavo o blanca cada uno la parte que perdieron de despojo, si exceptuamos al usurero Antón, que enroscándose como sierpe y guareciéndose en propio contra el suelo, cual erizo breñal, se libró de ser prendado en el primer asalto, y que ahora durante la plática se escurrió silenciosamente, dándose albricias que por su industria y buen ánimo pudo libertarse de todo empeño y de toda multa.