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El gusto florentino, especialmente, se enseñoreó de nuestra ciudad, y entonces aquellos pobres y desmantelados muros de las casas del siglo XV fueron enriquecidos con monumentales portadas de marmol ó de piedra franca, con sus cuerpos arquitectónicos, con sus heráldicos escudos sostenidos por tenantes, con sus ricas pilastras y frontoncillos, y en suma, con todos los variados y espléndidos ornatos que caracterizan el llamado estilo plateresco.

Pero... ¿qué valía su prosperidad actual comparada con los millones de pesos que iban á caer en sus manos el día que la Presa, simple campamento de trabajadores en la actualidad, se convirtiese en una población importante, y su almacén en un establecimiento rico como los de Buenos Aires, y las tierras polvorientas que él había adquirido en un sinnúmero de «chacras», por las que le pagarían importantes arrendamientos colonos españoles é italianos?... Podría volver entonces á su patria, para instalarse en Madrid, circulando por sus calles y paseos en el automóvil más lujoso y más grande que pudiera encontrar; y las gentes de su pueblo natal, agradecidas á sus donativos, tal vez le hiciesen diputado ó senador; y un ministro lo presentaría al rey de España, cuyo retrato en colores estaba clavado sobre un tabique de madera debajo de un cocodrilo... ¡Quién sabe si hasta lo harían vizconde ó marqués, como otros tantos «bolicheros» enriquecidos en América!...

En el ensanche, erguía sus torres de un gótico ridículo la iglesia de los jesuítas, con su residencia anexa; y en torno de ella se alineaban con rigidez geométrica, los hoteles y caserones de los nuevos capitalistas, enriquecidos fabulosamente por las minas de la noche á la mañana. Aresti pasó el puente, siempre tembloroso bajo el paso de los tranvías y las carretas, y entró en el Arenal.

Tenemos que hacer nuestro propio duelo; no hay sitio más que para los mercaderes enriquecidos. Antes, nadie era recibido en ninguna parte si ejercía el comercio. ¡Por desgracia, todo ha cambiado! El dinero hace abrir de par en par las puertas de los últimos rebeldes.

25 Y al que puede confirmaros según mi Evangelio y la predicación de Jesús, el Cristo, según la revelación del misterio encubierto desde tiempos eternos, Amén. 4 Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en el Cristo Jesús; 5 que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia;

Los gastos de producción suelen en la guerra moderna ser mucho mayores que lo producido, si producido puede llamarse lo que se toma contra la voluntad de su dueño. De aquí, en primer lugar, que apenas se emprenda ya guerra alguna con el propósito de enriquecerse; y en segundo lugar, que los pueblos enriquecidos sean los que tienen más medio de hacer la guerra y más probabilidad de vencer.

Entonces Gaspar Vela Núñez o Gonzalo de Ahumada, llegados recientemente del Perú, referían cosas de América: alimañas y frutos fabulosos, segundones miserables enriquecidos de súbito por algún tesoro enterrado, huacas repletas de joyas, victorias enormes en que la sangre enjabonaba los dedos y era preciso encordelar la espada y la pica para que no se escurriesen.

Ahora bien, como estos centros religiosos no solo enseñaban á aquellas gentes la doctrina de Jesucristo, sino tambien todas las ciencias y artes de utilidad, las matemáticas, la astronomía, la aritmética, la música, la retórica, las lenguas sabias, la poesía, etc.; como ellos, además de difundir la luz de la civilizacion en aquellas regiones, eran los defensores de los intereses legítimos de los reyes, de los grandes y de los pueblos en medio del caos espantoso que habia sucedido á la caida del imperio romano de Occidente; los únicos que sabian desarmar la petulancia de los magnates oponiendo la resistencia moral á la fuerza bruta, y contener la ferocidad de las hordas hambrientas con la mansedumbre y la caridad, y hacer prosperar la causa de los reyes con el ejemplo de una sociedad sabiamente ordenada y tranquila; no debe estrañarse que estos grandes servicios alcanzasen su recompensa, y que desde el siglo IX hubiese en Europa establecimientos monásticos espléndidamente enriquecidos con donaciones de tierras, libertades, exenciones, privilegios especiales, y oblaciones de todo género.

10 Y el que da la simiente al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra justicia; 11 para que enriquecidos en todo abundéis en toda bondad, la cual obra por nosotros acción de gracias a Dios.

El inspector general se maravillaba además de que ese muchacho, tan superior en aspiraciones y en cultura a su propia familia, no manifestaba ese estúpido respeto social que hace que ciertos hijos de burgueses rápidamente enriquecidos se avergüencen de las ridiculeces de sus padres.