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Revístese, pues, de la forma de un ángel, y le dice «que vaya á Nápoles para salir de dudas y recelos, y que en esa ciudad hay un cierto Enrico sabedor de su propio destino, puesto que Dios ha ordenado que sea idéntico el fin de ambosEl ermitaño da crédito á esta visión engañosa y se pone en camino, esperando que Enrico será un modelo de virtud y de devoción. ¡Cómo se engaña el desdichado!

Lo hace así, como si fuese un mozo de cordel; preséntase en la casa de Manfredo, y lo ocupan en llevarse el cadáver de Enrico; pero lo prenden después en la calle, lo toman por el matador, es condenado á muerte, y puesto en manos de Manfredo para que éste se encargue del cumplimiento de la pena.

Pablo se presenta de nuevo vestido de ermitaño, y lo exhorta al arrepentimiento con tanta mayor insistencia, cuanto que cree que el término bienaventurado de la vida de Enrico ha de ser garantía segura del que le aguarda; pero sus esfuerzos son vanos, porque Enrico no hace caso ninguno de sus palabras, y al fin le concede la vida, temiendo que, como impenitente, pueda ser condenado.

Es condenado á muerte y llevado al suplicio, persistiendo en su obstinación y en su culpa; pero la única virtud, que ha conservado en su vida, da entrada en su corazón á la gracia de Dios; lo que no han podido lograr el miedo á la muerte y á las penas del infierno, lo consiguen las lágrimas y súplicas de su anciano padre; Enrico se arrepiente, pide á Dios perdón humildemente de sus faltas y sufre resignado una muerte vergonzosa para alcanzar después la vida eterna.

El italiano Enrico Pirovani había llegado á la Argentina como obrero diez años antes, y era tenido ya por uno de los hombres más ricos del territorio patagónico que se extiende desde Bahía Blanca á la frontera andina de Chile. Todos los Bancos respetaban su firma.

Una de sus amigas ha dado una cita secreta en el aposento de Doña Flor al joven Enrico, sobrino del Duque; encuéntrase este último allí, cuando entra también Clotaldo, que ha sobornado á una doncella; surge de aquí una riña entre ambos caballeros, y Enrico, herido mortalmente, cae en tierra, y Clotaldo se escapa enmascarado y sin ser de nadie conocido.

El demonio se aparece á Enrico y le ofrece la libertad si le vende su alma; pero él oye la voz del cielo, que lo disuade, y rehusa su oferta.

Pablo, mientras tanto, aumenta cada día el catálogo de sus delitos, pero la gracia divina no deja de buscarlo. Aparécesele el alma de Enrico cuando la llevan al cielo los ángeles; pero esta aparición, que debiera excitar la esperanza en su ánimo, es inútil. Todas las exhortaciones celestiales no logran desvanecer su desconfianza.

Lo encuentra en la compañía de amigos criminales y libertinos y de mujeres perdidas, celebrando todos una orgía, durante la cual cada uno de estos dignos personajes refiere satisfecho los delitos que ha cometido, ornando al fin á Enrico, por más culpable, con una corona de laurel.

Al cabo de algún tiempo resuelve Enrico encaminarse á Nápoles para visitar á su padre. La justicia se apodera de él en esta ocasión, y lo encierran en una obscura cárcel. Los horrores de la prisión y la vida desastrosa de los presos, se describen con una verdad que infunde miedo.