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Podía haberse aceptado esta resolución en el primer momento de la llegada del Hombre-Montaña, cuando el Estado no había hecho aún ningún gasto; pero resultaba incongruente matarlo ahora, después de haber costado al país tan enormes sumas.

Y lo peor fué que estas construcciones gigantescas y los gastos enormes que exigían, todo resultó inútil. El continuo invento de medios destructivos dió vida á nuevas embarcaciones no más grandes que algunos peces de nuestros mares, pero que, á semejanza de éstos, podían deslizarse por la profundidad submarina, atacando de lejos á los monstruos flotantes hechos de acero.

He visto enormes excavaciones practicadas por montañeses en lo más alto de una punta de rocas oculta por las nieves durante nueve meses del año. Aquella punta estaba consagrada á un santo que, como protector del monte, había sucedido á un dios pagano. Todos los veranos volvían los buscadores de tesoros á ahondar en la cima, sirviéndose de las palabras y de los gestos sacramentales.

Los viejos se apoyaban en gruesos cayados de Liria, amarillos y con arabescos negros; la gente joven mostraba arremangados los brazos nervudos y rojizos, y como contraste movía delgadas varitas de fresno entre sus dedos enormes y callosos. Los enormes chopos que rodeaban la taberna daban sombra á los animados grupos.

Echáronse todos encima con grande furia y él comenzó a soltar a diestro y siniestro enormes desvergüenzas, mientras Currita, con altivez de reina ofendida, llamaba a Fritz el lacayo y dábale orden de ir al punto a Loyola para anunciar al superior que la señora condesa de Albornoz iría de dos y media a tres a visitar la casa y el Santuario.

Penetraron en una habitación contigua, enteramente llena de libros, donde tres estantes de roble nuevos y vacíos ocupaban otras tantas paredes, mostrando sus enormes huecos de madera limpia, recién labrada e impregnada del olor al barniz.

He tratado de desengañarle; pero ha sido predicar en desierto. Cuando le hablo en razón, se sonríe con cierto aire de incredulidad, acariciando sus enormes bigotes.

Parece que antes, el río como el lago, estaban infestados de caimanes, tan enormes y voraces que atacaban á las bankas y las hacían zozobrar de un coletazo.

Sobre el puente de entrada, al pié de una de las enormes ruedas del vapor, estaba el cadáver en su ataúd, cubierto con la bandera británica enlutada, y desde allí hasta el interior se prolongaban dos filas dobles de oficiales y marineros, escuchando con recogimiento los salmos y las oraciones severas del oficio de difuntos.

Había en el palacio de los duques una ancha y lujosa galería, a la cual se abría la puerta de un salón tapizado de rojo, que era el menos frecuentado de la casa, y donde el duque guardaba en enormes armarios los libros que no cabían en las bibliotecas de su despacho o consideraba indignos de vistosa encuadernación y lugar visible, lo cual originaba que en cambio se viesen en descarado sitio novelas de mala muerte con cantos dorados y corona ducal en el lomo.