United States or Malawi ? Vote for the TOP Country of the Week !


Su hermana, en vez de enojarse con los culpables, la emprende con ella llena de furor, vibrando rayos por los ojos. ¡Bájate, picarona! ¡Escandalosa! ¿Es ésa la educación que has aprendido de tus padres? ¿Es eso lo que te aconseja el confesor? Nuncita, aterrada, empieza a hacer pucheros y suelta la llave de las lágrimas.

Gustavo tuvo espacio y ocasión para decir todo, todo lo que bullía en su mente desde hacía algunos meses sin que la dama encontrase motivo para enojarse. El tiempo transcurría, la charla fue haciéndose cada vez más íntima. Elena, un poco aturdida, se iba dejando arrastrar a las confidencias.

Era imposible que aquel hombre, por más sordo que fuese, no hubiera oído el tumulto que se hacía a su espalda. D. Salvador comenzó a enojarse, y dejando de gritar, consideró al altivo viajero con atención. Montaba una mulita baya, pobremente ensillada, a lo que podía ver, y que marchaba con su paso monótono, llevando la cabeza casi entre las piernas.

Recibís del Gobierno doscientos trece francos y algunos céntimos al mes. ¿No es así? dijo Juan, decidido a no enojarse por las indiscreciones del cura. Tenéis ocho mil francos de renta. Más o menos, no completos. Agregad a esto vuestra casa, que valdrá unos treinta mil francos. En fin, tenéis una excelente posición, y ya han pedido vuestra mano. ¿Pedido mi mano?... ¡No, no!

Si por acaso estaba en la mesa el gordo Arnaiz, se permitía algunas cuchufletas de buen género sobre aquellos antiquísimos estilos de santidad, consistentes en no comer. «Lo que entra por la boca no daña al alma. Lo ha dicho San Francisco de Sales nada menos». La de Pacheco, que tenía buenas despachaderas, no se quedaba callada, y respondía con donaire a todas las bromas sin enojarse nunca.

Si la hubiera contentado el claustro, hubiérase entendido que el santo amor de Dios no dejaba en su corazón lugar para el amor al hombre; pero tampoco era esto, porque una tía monja que tenía en las del Espíritu-Santo quiso llevársela consigo, a lo que ella no se acomodó, diciendo que Dios no la había hecha para que la sofocasen tocas ni monjiles, ni para enojarse entre cuatro paredes.

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo: ¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos?

Yo me sentí acongojada y aturdida, empecé a llorar y pedí ardientemente a lord Gray que me llevase otra vez a mi casa. »Quiso consolarme; el sentimiento del honor se encendió en con inusitada fuerza, y la vergüenza me inflamaba el alma como momentos antes la pasión. Deseé la muerte y busqué un arma para extinguir mi vida; lord Gray fingió enojarse o se enojó realmente.

Les entiendo perfectamente y adonde van... ¡Es el recurso de todos! enojarse después del beneficio para no tener el trabajo de dar un pucho de gratitud... ¡Ruines!... Mientras lo precisan al amigo no se ofenden por nada... ¡Todos... todos son iguales!... ¡y el día en que le han sacado el jugo... ¡canallas!... se resienten por cualquier pavada... y lo cuerean sin ascos!...

"Tata Dios", que no tiene juguetes ni caramelos, y que se enoja con los niños malos o desobedientes, y los castiga, no se diferencia del "Cuco" sino en que éste hace siempre el mal, sin necesidad de enojarse previamente, porque es malo de profesión. También, si Dios no se enojase y no castigase, el niño no le haría pizca de caso.