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Miquis solía pasar por allí, pero estaba muy poco tiempo. Como vivía enfrente, por las tardes enviaba con su criada unos papelitos que hacían reír a Isidora, a Emilia y al mismo D. José taciturno. He aquí una muestra: «R

Yo le puse bien derecho enfrente del pilar y doy un salto y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro, y díjele: "¡Sus!, saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua."

Y ahora, mírale: cualquier tabernero tiene mejor alojamiento después de muerto... Era un poeta, un soñador; y los poetas, no por qué, tienen mala sombra en la política... Yo no creo en él; pero le compadezco y le defiendo por espíritu de cuerpo. Este olvido nos consuela a los que trabajamos sin esperanza en la tienda de enfrente, que es la de los pobres, la del populacho.

Enfrente había una casa de reciente construcción que hacía contraste con las del resto de la calle, casi todas viejas. ¡Ahí dentro están! dijo en voz baja apuntando hacia ella. Reynoso levantó los ojos y volvió a bajarlos rápidamente. Barragán pidió unos vasos de vino.

Hizo la madre decir una misa a Nuestra Señora del Amparo, patrona de las cigarreras; y por la tarde fueron convidados a un asiático festín el barbero de enfrente, Carmela, su tía, y la señora Porreta la comadrona: hubo empanada de sardina, bacalao, vino de Castilla, anís y caña a discreción, rosoli, una enorme fuente de papas de arroz con leche.

Aquel grandullón rubio añadió acercándose a la ventana y extendiendo la mano tiene cinco; el de al lado, tres; el cojo de enfrente mantiene a sus padres... y así todos. Créame Vd., señor cura, en tripa vacía y hogar sin lumbre no hay fiestas de guardar.

Deja el rio el curso antiguo que corria al N, y rompe al oriente: anduvimos este dia 14 leguas: la sonda y márgenes del rio como en el antecedente dia: paramos media legua enfrente del pueblo de Dolores de Lacangayé, al que nos fuimos todos.

Pablito Belinchón, que había pasado en Madrid un mes el año anterior, se reía con incontestable superioridad de aquel aparato; hacía guiños inteligentes a los del proscenio de enfrente. Y para demostrar que todo aquello le aburría, concluyó por volverse de espaldas al escenario y mirar con los gemelos a las bellezas locales.

Pensando en quién podría ser, estuvo un ratito como lela mirando a la persona que enfrente tenía. «Yo quiero conocer esta cara se dijo . ¡Ah!, es D. Evaristo». Hija, muy distraidita va usted... Voy a mi casa. ¡Por aquí! exclamó Feijoo con asombro . Pues el camino que lleva usted es el del Teatro Real. Es que... replicó ella mirando las casas me había equivocado... No lo que me pasa...

Allá enfrente se divisa de la Fuerza de Santiago el histórico recinto, de almenaje señorial, que con fúnebres tapices enlútose el día aciago que vió arder entre sus muros la capilla de Rizal. ¡Ah! ¡Que apague la Discordia de su tea fratricida los impúdicos fulgores, el maldito resplandor! ¡Que la Muerte no separe lo que júntase en la Vida! ¡Que los hombres no desunan lo que uniera el Creador!