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Pero, desde el fatídico día, aquella salud y enorme fuerza parecieron declinar visiblemente, y entrada ya la estación de las lluvias, cuando las hojillas de hierba comenzaron a asomar por entre el pedregoso montículo que cubría la tumba de Tennessee, se dejó vencer por la enfermedad. Metiose en cama.

Bostezó don Víctor y salió del gabinete después de depositar un casto beso en la frente de su mujer. Entró en su despacho. Estaba de mal humor. «Aquella enfermedad misteriosa de Ana porque era una enfermedad, estaba seguro le preocupaba y le molestaba.

Los criados, avergonzados de sus malos tratos y pesarosos de aquel repentino cambio, que elevaba de nuevo a la expósita sobre ellos, no le dirigían la palabra. El largo martirio sufrido y la terrible enfermedad con que terminó habían dejado huellas profundas en su semblante. Su rostro pálido se trasparentaba como el nácar.

Por ironía de su destino, Doña Paca, afligida de diversas enfermedades, conservaba su buen apetito y el gusto de los manjares selectos; gusto y apetito que en cierto modo venían a ser también enfermedad, en aquel caso de las más rebeldes, porque en las farmacias, llamadas tiendas de comestibles, no despachan sin dinero.

Aquella gran cerrazón plomiza, aquella barca chorreando agua, aquel pobre febricitante arrebujado en un viejo capote de caucho que relucía bajo la lluvia como una piel de foca: jamás he presenciado nada más lúgubre. El frío, el viento y el vaivén de las olas no tardaron en agravar en su enfermedad al pobre aduanero. Lo acometió el delirio y fue necesario atracar.

Por otra parte, ¡cuántas veces no han agravado la enfermedad las evacuaciones provocadas!

Usted lo que tiene, niña, es que está enferma, y yo de qué enfermedad. Un abuelo suyo había sido gran hechicero cuando los indios acampaban aún sobre esta tierra como dueños únicos. Los jefes de las tribus le hacían llamar al sentirse enfermos. Su padre heredó este tesoro de ciencia, pero por desgracia, sólo le había transmitido á ella una ínfima parte.

Ya hemos dicho, y aun nos quedan por decir, cosas peores de él; pero ninguna tan lastimosamente débil; ninguna que diera una prueba tan irrefragable de la sutil enfermedad que había, desde tiempo atrás, minado la verdadera base de su carácter.

ya mucho tiempo que se ha dicho, que su virtud antihelmíntica no es mas que un resultado secundario de su accion, así como las lombrices no son mas que un fenómeno concomitante de una enfermedad, de una diátesis mucosa: vermes nidulantur in muco; la alteracion de las mucosidades es favorable á su multiplicacion. § III. Efectos terapéuticos.

Pablo esperaba, conforme a lo asegurado por el médico, que el malestar de su mujer cesaría, una vez libre de su cuidado; pero no sucedió así: si el niño trajo la alegría a la casa, no devolvió la salud a la madre. Los meses pasaron y la enfermedad fué acentuándose, con caracteres tales, que se cayó por fin en la cuenta de que era una tisis incurable.