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¿Por mi mayor enemigo Me dejas? Hombre mortal, nota En la representación De mis amantes congojas, Cuando de Dios te enajenas, El pesar que le ocasionas, Pues si puede llorar Dios, De celos de un alma llora: Pésame de haberte hecho, Pésame dije, y lo torna A repetir el dolor; Mas que lo diga, ¿qué importa? Si á fuer de esposo ofendido, No hago que mi honor disponga La venganza;

Eran ladrones, mestizos incorregibles que hurtaban gallinas, hortalizas y otras cosas igualmente preciosas á pesar de los decretos del general. Y Martínez, que era enemigo inexorable del robo, les aplicaba sin compasión la pena decretada por su dictadura revolucionaria. Guadalupe casi tenía una corte.

¡Angelitos! murmuró Nucha . ¡Parece mentira que los traigan así! Yo no cómo no se matan, cómo no perecen de frío.... Julián, hay que vestir a este niño Jesús. , ¡buen niño Jesús está él! gruñó Julián . El mismísimo enemigo malo, ¡Dios me perdone!

Algo de esto me parece que indicó a mi amo, hablándole quedamente al oído, y D. Alonso debió de darle una lección de caballerosidad, porque le decir: «Somos prisioneros, Marcial; somos prisioneros». Lo peor del caso es que no divisábamos ningún barco. El Pince se había apartado de donde estaba; ninguna luz nos indicaba la presencia de un buque enemigo.

En el combate librado en la mañana del día 30 del pasado, pude observar el excelente ánimo de los soldados ante el enemigo.

Aficionado y obligado Montaner, aunque enemigo de tanto valor, detuvo los soldados que le tiraban y procuraban matar, y con mucha cortesía le pidió que se diese á prision.

El enemigo se había apoderado por fin de aquel baluarte con tanto heroísmo defendido. Pero la lucha no había cesado por completo; en un extremo de la elevada planicie oponía todavía débil resistencia un puñado de ingleses.

Esperan que licencia les sea dada. Si son embaxadores, ya la tienen. Embaxadores son. Dales entrada, Que aunque descubra cierto ó falso pecho El enemigo, siempre es de provecho.

Y el mismo pensador, añadió con razón en el capítulo siguiente: «Pegar a un enemigo delante de la mujer a quien ama, es pegarle dos veces: le hieres en el cuerpo y en el almaHe aquí por qué el paciente Ayvaz-Bey enrojecía de cólera mientras acompañaba a la señorita Tompain y a su madre al piso que les había amueblado.

De tomar esta resolución Enrique IV, inquieto como estaba con el triunfo conseguido por los turcos contra el Emperador y dado á discurrir si era llegado el caso de la unión de los Príncipes cristianos contra el enemigo común, quedaba segada en flor la idea primordial de la triple alianza contra España; anulada la sucesión de los proyectos belicosos.