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La cultura que halaga y afemina es la misma que endurece el corazon, del propio modo que el martillo que bate y limpia de escorias el hierro es el que lo convierte en duro y liso acero. Todos los grandes tiranos han tenido sus panegiristas, unos por el temor que inspiran, otros por la seduccion que ejercen.

De esta pasta están amasados los soldados argentinos, y es fácil imaginarse los hábitos que de este género pueden dar en valor y sufrimiento para la guerra; añádase que desde la infancia están habituados a matar las reses, y que este acto de crueldad necesaria los familiariza con el derramamiento de sangre, y endurece su corazón contra los gemidos de las víctimas.

29 El hombre impío endurece su rostro; mas el recto ordena sus caminos. 30 No [hay] sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra el SE

Mientras que la superficie de la nieve caída se endurece por el frío del invierno, sobre todo durante las noches, un sordo trabajo se realiza debajo del gran laboratorio del monte: las gotas que el sol ha fundido durante el día, penetran en el suelo hasta las rocas de granito y de un grano de arena á otro, y del cristal de cuarzo á la molécula de arcilla, desciende imperceptiblemente por la pendiente; se juntan unas gotas á otras, se hacen más gruesas, á su vez éstas se reúnen y se forman hilillos de agua que corren subterráneamente por entre las raíces del césped ó por las fisuras de la roca subyacente.

El tío Goro de Canzana sonríe siempre, pero sus ojos se humedecen al recordar los tiempos heroicos de su juventud. Eso está bien manifestó otro vecino y no es faltar á la ley el que los rapaces se den alguna vez dos vardascazos; las manos se sueltan y el pellejo se endurece.

Si Dios lo quiere así, paciencia; yo procuraré consolarme en mis desgracias, y no teniendo que agradecer nada a este mundo, tendré a él menos afición. Nada endurece, nada ilusiona tanto como la prosperidad; y lo que a la Naturaleza parece duro, es, acaso, una de las mayores gracias de Dios, que deseando atraernos al verdadero bien, nos priva de todo aquello que sólo es polvo.

452 Se endurece el corazón, no teme peligro alguno; por encontrarlo oportuno allí juramos los dos: respetar tan sólo a Dios; de Dios abajo, a ninguno. 453 El mal es árbol que crece y que cortado retoña; la gente esperta o bisoña sufre de infinitos modos; la tierra es madre de todos, pero también da ponzoña.

La Alemania se forma, endurece sus cimientos, trata de homogeneizarse mientras el Austria, perdido su viejo prestigio europeo, comprende, bajo la experiencia de la desgracia, que la verdadera ruta de su grandeza es hacia Oriente, a la cabecera del «hombre enfermo». ¡El Portugal!... Seamos serios, lo repito; nadie atenta contra la independencia de América, y para los más desatinados aventureros o ilusos está vivo aún el recuerdo de Maximiliano, que pagó con su vida una concepción absurda y un negocio indigno, ignorado de su espíritu caballeroso.

Así los siglos y las instituciones caducadas entran como ríos de polvo en el mar de ruinas de lo pasado, que se agita por algún tiempo y se emborrasca, hasta que al fin se asienta y se endurece, se petrifica y queda para siempre muerto. Nada sabríamos de lo que contiene este sepulcro inmenso en que tantas grandezas yacen, si no existiese el epitafio que se llama historia.

Sobre la superficie de las rocas que bordean la cascada, las gotas de agua forman un tenue capa de hielo y el líquido que se extiende lentamente por las fisuras de la peña se endurece en largos regueros transparentes, tan hermosos como las estalactitas de las grutas.