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Pues es necesario que le encontréis, pero que no sea aquí. ¡Cómo, señor! Vais á sacar este cadáver por el postigo á la calle. ¡Señor! que os pido mucho; ¿pero sabéis lo que yo puedo hacer por vos? ¡Oh, excelentísimo señor! ¿Pero cómo he de hacerlo? Quitad esas luces de en medio dijo el duque. Doña Ana tomó la linterna del alcalde, y con la suya las puso en una habitación inmediata.

Yo no diré que cuando abráis los ojos os encontréis frente al mar; semejante exageración serviría tan sólo para desacreditar los nobilísimos propósitos del poder ejecutivo, dado que éste nunca pensó, a mi entender, en fundar un oceano en Madrid, y únicamente un epítome o compendio de él.

Repúsose el padre Aliaga. ¿Conque... vais á buscar á esos dos amantes? dijo. No por cierto, voy á esperarlos á su casa... y como pueden tardar... Esperad, cuando la hayáis encontrado, en la galería de los Infantes. Esperaré... Cuando yo llegue, os avisarán. Muy bien. Y para que los encontréis más pronto, id al momento. Quedad con Dios, padre Aliaga; quedad con Dios y hasta luego. El bufón salió.

Y aunque sois tan amigo suyo, le conocéis muy poco si le juzgáis capaz de atentar contra el honor de su prometida y contra el mío. Buscad a vuestro duque en cualquier otro sitio; acaso le encontréis en una taberna del camino, empinando el codo... VALDEMAR. ¡Registraré de arriba abajo el castillo! Astolfo, ven aquí. Eso me inquieta: temo que haya sido víctima de un advenedizo.

Cuando se trata de la reina, tío, no hay que pensar más que en servirla. Pues bien; ocúltate, que no puedan verte; aquí en este soportal. Y adiós; voy á ver ahora mismo á mi hermano Pedro. Quiera Dios, tío dijo tristemente el joven , que le encontréis vivo. Adiós, sobrino, adiós; nunca he sufrido tanto; quisiera irme y quedarme.

El tiempo huye rápido a bordo de El Gavilán: todo es locura, arrebato, delirio. De prisa, de prisa, gozad de la vida, que ella es corta. Los malos días son frecuentes; ¡quién sabe si el de hoy no tendrá mañana para vosotros! Divertíos, pues, asid el placer allá donde le encontréis.

Podéis creer que el haber yo consentido ha sido por ese regalo; pero os engañáis si creéis eso, señor; lo he aceptado porque me encontréis humilde, porque queráis mejor ampararme. ¿Pero qué os sucede? Estoy sola en el mundo; sola y amenazada de mil peligros. Cuando Montiño me dijo que una altísima persona me amaba... Otros hay más altos que yo, señora. ¡Oh, no, sólo Dios!

Nuestro don Juan está terriblemente atollado; pues bien, procuremos que él mismo se desatolle enamorando á la Dorotea, y entonces me vine aquí y llamé á don Juan, y sucedió más de lo que yo creía: que vos os enamorásteis de él, y él se deslumbró al veros. Los sucesos han hecho que don Juan sea esposo de doña Clara, y que vos os encontréis con el alma negra, deshecha, desesperada.

Y, en seguida, abandonando todo fingimiento gritó: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Has permitido la espantosa desgracia! ¡La has dejado de tu mano! Y poco le faltó para dejar correr sus lágrimas; pero, reuniendo toda la energía que quedaba en su cuerpo gastado, se enderezó recto como una I: Venid al cuarto de Olga dijo, y no os asustéis, cualquiera que sea el estado en que la encontréis.

La desgracia es no sentir, tener el corazón de corcho, y la cabeza de hielo; vivir por necesidad, por aquello de que por cien mil y más razones es necesario vivir. ¡Ah! cuando nada os interese en el mundo, cuando nada hostigue vuestro pensamiento, cuando todo os importe nada, cuando no penséis en nada, cuando comáis por no morir y durmáis por que se cierren vuestros ojos; cuando os hayáis convertido en un pedazo de carne insensible á todo, que obra como una máquina; cuando el amor y las locuras de los otros os den hastío, cuando no os encontréis bien en ninguna parte, cuando vuestra alma haya muerto, entonces, entonces si que podéis llamaros desgraciada.