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Diego Méndez continuó Ojeda fue un héroe de distinta clase; un «superhombre del mar», como diría el amigo Maltrana. Su aventura portentosa asombra aun en los tiempos presentes. Era un mozo sevillano que acompañó a Colón en sus últimos viajes, cuando, viejo, enfermo y sin poder encontrar los tesoros portentosos que había prometido, sentía crecer la indiferencia en torno de su persona.

Pero cuál fue la sorpresa de D. Fernando al encontrar á su hija mas querida en aquella situacion; aquellos ojos desencajados, aquel rostro cadavérico, y aquella errante mirada! Cuando se le venia á la memoria lo que habia sido causa de que su hija estuviera en aquel estado, la pena lo ahogaba, y gruesas lágrimas surcaban sus mejillas.

Acaso la resistencia opuesta por Harvey á aquel proyecto de enlace excitó á miss Maud á encontrar á Sorege más aceptable. Nunca mostró tanta prisa por casarse que al volver su prometido. Hasta entonces sus relaciones con Sorege no habían sido para el mundo más que una coquetería sin importancia, pero al volver á París el conde fué declarado futuro marido.

Raquel, anonadada, palpando en la actitud de Adriana algo inquebrantable, ya no respondió una palabra. Sin embargo, no dejó de espiarla, para encontrar acaso la oportunidad de una última tentativa. Sorprendió en ella indicios de pánico. Más de una vez pudo observarla que se arrodillaba, creyéndose sola, y que oprimiendo contra el pecho un crucifijo, parecía pedir una inspiración al cielo.

En este caso, quizá os fuera fácil justificar vuestra intervención, y probar vuestra inocencia... Vamos, decidme cómo pasaron las cosas. Lo todo, pero deseo encontrar en vuestro relato, medio de defensa de vuestros enemigos. No me ocultéis nada. Después os diré el infame proyecto formado para perderos. El intendente vacilaba aún e inclinaba la cabeza para reflexionar.

Tal vez le arrastrase su espíritu analítico a encontrar algún vago parecido entre estas distinguidas señoritas y las jóvenes que comercian con churros y buñuelos en los parajes excéntricos de la población.

Después de haberse reconfortado de la sacudida con un poco de aguardiente y muchos juramentos, se dirigió lo más pronto posible a un zarzal que estaba a su derecha. Se le ocurrió que atravesando por allí encontraría medio de dirigirse a Batterley sin correr el riesgo de encontrar a ninguno de los cazadores.

Querido amigo le dije arrojándome enajenado en sus brazos, no me digas nada, nada objetes. Seré prudente, muy prudente, pero seré también dichoso; concédeme esos dos meses, que no volverán, que no tornaré a encontrar; es corto tiempo y tal vez el único período de dicha que lograré en toda mi vida.

Además, cuando Eppie cumplió tres años desplegó el lindo talento de hacer travesuras o de encontrar medios ingeniosos para causar molestias, talento que proporcionaba mucho ejercicio, no sólo a la paciencia de Silas, sino también a su ciencia y sagacidad. En estas ocasiones, el pobre Marner se veía puesto en conflictos por las exigencias incompatibles del deber y del cariño.

Sin hablar de la docilidad de los indios para el cristianismo, que en tanta variedad de naciones puede encontrar. Este descubrimiento se podrá hacer con 300 paisanos de esta gente estanciera, sin gastos reales; llevando cada uno 5 ó 6 caballos, y otras tantas vacas, pues esta gente no gasta pan ni biscocho.