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Las comadres se empujan; los muchachos se derriban; los unos se encaraman en los bancos; los otros trepan a los árboles; los carruajes se adelantan al paso, majestuosamente; ábrese de par en par la puerta principal y los recién casados aparecen en el umbral, ella resplandeciente de dicha en la blanca nube que la aureola, y él un poco molesto por aquellas miradas curiosas.

Y no estaba muy en contra de esto que llaman el espíritu del siglo, aunque lamentaba que la aristocracia española careciese de espíritu de clase, y fuese, por lo tanto, incapaz de ser contada como un elemento político, por más que, considerados aisladamente, no valgan menos bastantes individuos de los que a ella pertenecen que muchos de aquellos que se encaraman a las más altas posiciones y mandan y gobiernan, partiendo desde los más humildes puntos de la esfera social.

Gener, son una caterva de majaderos, criminales y bellacos los que triunfan, se encaraman y lo gobiernan todo, mientras que los superhombres andan por ahí desperdigados, con poquísimo dinero, sin poder y sin influjo, y tal vez haciendo observaciones y experiencias, y escribiendo librotes que casi nadie lee. ¿Y cómo ha de leerlos nadie cuando la sociedad gime hoy, según el Sr.

Parecían un rebaño de retozonas reses que apretadas en un camino, brincan y se encaraman en los lomos de quien encuentran delante. A pesar de esta injusticia distributiva que don Fermín tenía debajo de sus ojos, sin que le irritara, el buen canónigo amaba el barrio de la catedral, aquel hijo predilecto de la Basílica, sobre todos.

Los dos amantes, en sus ardientes transportes, se encaraman por momentos cual las dos torres de Nuestra Señora de París, y con sus cortos brazos y en medio de suspiros tratan de abrazarse. Empero su enorme mole les priva de mantenerse así largo rato, y caen otra vez al agua con grande estrépito... El oso y el hombre huían despavoridos al oírlos suspirar.

El jardín del norte está plantado de olivos, de azufaifos y de nísperos del Japón. El otro es un enorme bosque de naranjos, de higueras, de limoneros, de áloes, de chumberas y de parras gigantescas que lo invaden todo, que trepan a todos los árboles y se encaraman en lo más alto. El señor de Villanera decía ayer que la vid es la cabra del reino vegetal.